Lo de Movimiento Ciudadano EL CARTÓN en las elecciones de hace dos semanas fue un éxito y no. Consiguió 10% de los votos, desplazó en las urnas al PRI como tercera fuerza política y retuvo la gubernatura de Jalisco. Pero, al mismo tiempo, su peso retrocedió en las cámaras del poder legislativo federal y en los congresos estatales de las entidades que gobierna, Nuevo Léon y Jalisco.
Un resultado que dice mucho sobre la ambigüedad de la importancia de MC en los próximos años. No solo eso, también son resultados que modifican la correlación de fuerzas dentro de ese partido.
Primero sobre la ambigüedad. Movimiento Ciudadano tiene un argumento a su favor cuando asegura que se ha constituido como “la Tercera Vía”. 10% es más de lo que obtienen los partidos morralla que deben vivir a expensas de otro más grande.
El problema es definir en qué consiste esta Tercera Vía. ¿La de redes sociales e influencers del fosfo Samuel García? ¿la de Dante Delgado y sus muchas vidas como sobreviviente del viejo régimen? ¿La de Enrique Alfaro y sus interminables fobias? ¿O la de Álvarez Máynez y su guiño a los jóvenes de universidades privadas? No es casual que el crecimiento del candidato presidencial de MC, Jorge Álvarez Máynez se haya dado a partir de los debates, porque bastaba con deslindarse de las dos candidatas que en buena medida se dedicaron a torpedearse.
No exigía elaboración o definición alguna, bastaba con intentar presentarse como el adulto de la mesa capaz de mantenerse al margen del pleito. No sabemos qué es, pero dejó en claro que no quería ser ni melón ni sandía. No es la única indefinición de MC, porque en cierta medida ni es movimiento ni es ciudadano. Gobierna en dos entidades esencialmente por ser un membrete fresco en el momento oportuno, cuando las élites políticas en ambos estados se neutralizaron mutuamente.
En Nuevo León tras la súbita caída de la candidata de Morena, producto de los escándalos, y en Jalisco por el entrampamiento del panismo y los disparos al pie del PRI. En ninguno de los dos casos fue resultado de una base social sobre la que se hubiese trabajado un triunfo.
Ahora en Jalisco repite sexenio gracias esencialmente a la carencia local de cuadros de Morena para encabezar una candidatura atractiva y la popularidad personal de su abanderado, pero es evidente que el voto popular no estuvo con MC ni en las municipales ni las legislativas y mucho menos en la presidencial.
En suma, dista mucho de ser un “movimiento” de base social. Y tampoco es que sea precisamente “ciudadano”. Dante Delgado, fundador y mandamás del partido, se ha dedicado esencialmente a extraer ventajas del éxito mercadológico del membrete “ciudadano”, con buen olfato político para encontrar oportunidades electorales. Lo suyo no ha sido el trabajo de construcción de una base social o regional, sino la cacería de coyunturas favorables. Interrogado en alguna ocasión por Sabina Berman sobre la ideología de MC, Dante hizo referencia a la socialdemocracia europea.
En la extensa entrevista televisada, Sabina pidió una precisión de lo que eso significaría en términos de propuestas para México y lo que siguió fue un galimatías Fue un galimatías incomprensible. La periodista siguió insistiendo y lo único que quedó en claro es que Dante aborrece a López Obrador, quedó resentido con el PRI y no quiere saber nada de los panistas. Sobre sus propuestas para México, poco o nada.
La mejor noticia de las últimas elecciones surge de una mala: el fracaso de Samuel García para impulsar el triunfo de su esposa en la alcaldía de Monterrey y su retroceso en el Congreso de Nuevo León. ¿Por qué? Porque tras la espuma generada por la pretendida candidatura presidencial del gobernador, parecía que la moda fosfo que esa pareja encabeza terminaría por tomar la batuta dentro de MC. Y no porque hoy tenga un peso significativo en la estructura nacional, sino porque de haberse confirmado un impacto mediático imparable, su imagen “triunfadora” habría terminado por controlar al partido. Toda proporción guardada, es lo que sucedió con Donald Trump y el partido republicano. La derrota de Samuel pone a salvo, por el momento, el enorme riesgo de que el asalto al poder provenga de la frivolidad y la desmesura.
Enrique Alfaro tiene razón cuando afirma que algo está mal en las propuestas de MC cuando “pasaron del destape con cervezas a las despedidas con rímel”. Una dura crítica a su colega de Nuevo León, quien destapó la candidatura de Máynez entre brindis con cerveza en un palco de futbol, y a su esposa, que reconoció que los resultados no la favorecían mientras instruía a su auditorio la mejor manera de agrandarse los ojos.
Hay otra buena noticia para MC que también surge a pesar de un mal resultado. Tendrá menos senadores que en la legislatura anterior (antes 10, ahora entre 4 y 6), pero, paradójicamente serán mucho más importantes porque son los que necesitará Morena para alcanzar la mayoría calificada. Una oportunidad única; el peso político que eso significa es enorme, aunque también los riesgos si la utiliza de manera irresponsable.
Sin embargo, en más de un sentido el futuro de MC depende de lo que hagan otros. Al carecer de un corpus ideológico propio, una base social identificable, su valoración “bursátil” en el mercado político fluctuará según se comporten las fuerzas dominantes.
Por un lado, si el gobierno de Claudia Sheinbaum abandona la confrontación y opera un corrimiento hacia el centro, el espacio de MC terminará sumamente constreñido. Por otro lado, si el PAN y los simpatizantes de la llamada marea rosa giran metros o centímetros en dirección a sectores medios y ciudadanos, también terminaría recortando el espacio político del partido de Dante.
El problema de la tercera vía es que depende del comportamiento de las otras dos. Es decir, de la polarización de ambas y el ensanchamiento del centro. Me parece que, en ese sentido, vienen tiempos menos propicios para MC. Veremos.