Sin margen de duda, el partido opositor más importante en este México posterior al tsunami guinda, es Acción Nacional, el PAN, fundado en 1939 y que el 16 de septiembre próximo cumplirá sus primeros 85 años de vida.
Considerando aquí los resultados del megaproceso reciente, los albiazules controlan cuatro entidades, junto a dos del PRI, dos del MC y una del PVEM. Contra 23 de MORENA.
Aunque hay quien piensa que si la denominada “Marea Rosa” cristalizara en partido, tal vez tuviera una fuerza equiparable a la de Acción Nacional. Pero con una gran ventaja: sin esa élite de políticos profesionales que solamente parecen jugar para sí mismos, a espaldas de las bases panistas.
Con mayoría calificada en la Cámara Baja y muy cerca de negociarla en la Cámara Alta, el oficialismo al mando de CLAUDIA SHEINBAUM parece encajar en el concepto de partido hegemónico, con pleno dominio (o casi) en las instituciones del Estado y una oposición débil, mal articulada.
Queda, pues, preguntar si los verdaderos contrapesos al entrante poder de SHEINBAUM están en otra parte. En algo tan abstracto o impersonal como son los mercados y también los grupos de presión al interior de MORENA.
Dicho de otra manera: las corcholatas restantes (MARCELO, ADÁN AUGUSTO, MONREAL, etc,) sin olvidar al propio LOPEZ OBRADOR, como un expresidente no solo poderoso sino con altos índices de aceptación en la base de la pirámide social.
INCREMENTO EXPONENCIAL
Se recordará que cuando AMLO llegó en 2018, sus predecesores estaban en franca decadencia. Nadie hizo sombra al tabasqueño, ni el entonces declinante ENRIQUE PEÑA NIETO, ni (menos) los cuatro anteriores, SALINAS, ZEDILLO, FOX y CALDERÓN.
Hoy será distinto. El antecesor de CLAUDIA marcha al retiro con una fuerte influencia popular, dentro del partido y en la élite militar. Sin olvidar a senadores, diputados, gobernadores y alcaldes.
Lo cual aporta a la transición actual una personalidad especial, aunque CLAUDIA y ANDRÉS MANUEL pertenezcan al mismo partido y coincidan sustantivamente en su proyecto político.
Amén de una amistad cercana a la de un maestro y su discípula, al menos desde el 2000 cuando ella fue secretaria de Medio Ambiente en el gobierno capitalino (2000-2006), luego vocera del propio AMLO en la campaña de 2006, alcaldesa de Tlalpan (2015-2017) y jefa de gobierno en la CDMX (2018-2023).
En efecto, el hoy mandatario saliente ha llevado de la mano a su relevista, etapa por etapa, hasta la elección del pasado 2 de junio. Le va a entregar el mando el próximo primero de octubre con bancadas mayoritarias en ambas cámaras.
Sin olvidar el legado de entidades federativas bajo gobierno guinda. Se recordará que en 2018, junto con la elección presidencial, el obradorismo obtuvo sus primeras cinco gubernaturas.
De estas cuatro eran de MORENA, es decir: Chiapas (RUTILIO ESCANDÓN); Veracruz, (CUITLÁHUAC GARCÍA); la Ciudad de México (CLAUDIA SHEINBAUM) y Tabasco (ADÁN AUGUSTO LÓPEZ). A lo que se sumaría Morelos (CUAUHTÉMOC BLANCO) por el aliado Partido Encuentro Social (PES).
CAPITAL POLÍTICO
Herencia grande en todos los órdenes, muy positiva para el nuevo mandato de la doctora SHEINBAUM, pero un tanto cuanto pesada en términos de gobernanza interna.
Por grandes y profundas que sean las coincidencias, se trata de dos personas muy diferentes, dos historias, dos perfiles culturales, educativos, emocionales. Coloraciones anímicas sustantivamente distintas.
Con gran sentido de la prudencia y un notable control emocional, la doctora ha realizado su mejor esfuerzo por minimizar cualquier diferencia y subrayar con deliberado énfasis los puntos de acuerdo, ahí donde piensan igual y luchan por lo mismo.
Pero la silla es la silla y el deslinde es inevitable. Y esto lo sabe un indudable conocedor del presidencialismo mexicano como es el propio ANDRÉS MANUEL. Varias veces se ha referido en sus conferencias matutinas a la sucesión de 1940 entre CÁRDENAS y AVILA CAMACHO.
Se conoce al dedillo las duras y las maduras. La misma opinión pública sabe de pormenores y variantes en los traspasos del mando posteriores, algunos más pacíficos que otros.
TIEMPO DE AUGURES
De aquí entonces el interés que el momento político suscita entre una opinocracia nacional observando con lupa cada movimiento, declaración y hasta las omisiones en los respectivos desempeños de SHEINBAUM y LÓPEZ OBRADOR.
Lo que expresan y cómo lo expresan; lo que podrían haber dicho y no dijeron. A quién saludan, a quien reciben, citan, hacen referencia. Estamos en el reino de los matices y los valores entendidos. Es el mismo color guinda pero con variantes reveladoras, otras texturas.
Hay tema, pues, para el periodismo conspirativo que en este país ocupa y ha ocupado lugares estelares durante generaciones, quizás porque el contrapoder noticioso se formó y creció bajo otro modelo de partido hegemónico, el tricolor, primeramente llamado PNR, luego PRM y finalmente PRI.
Es una tradición respetable la narrativa “solo para iniciados”, basada en frases crípticas y gestos significativos, rituales y liturgias. Estamos en una etapa muy distinta a la de campaña. La del mandato bicéfalo que deberá evolucionar para convertirse en mando único desde octubre próximo.
Con una oposición diezmada y moralmente derrotada, expresidentes que han optado por el silencio y dirigencias partidistas en crisis, ni duda cabe que los contrapesos de CLAUDIA deben ahora buscarse en la facciones y capillas de su partido. Y también en la sombra de AMLO.
Por Carlos López Arriaga
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