Ha pasado un mes desde la jornada electoral y en la discusión sobre el abultado triunfo de Claudia Sheinbaum en la elección presidencial, y de la coalición Morena, PVEM y PT en ambas Cámaras del Congreso, se ha pasado por alto una evaluación cuidadosa del desempeño de cada partido político y, por otro lado, la eficacia electoral de las coaliciones oficialista y opositora.
Comencemos con el desempeño de los principales partidos políticos. En las últimas dos elecciones presidenciales, Morena pasó de recibir 44.5% del voto nacional en 2018, a recibir 45.5% en 2024, un aumento de apenas un punto porcentual. Del 59.7% de votos que recibió Claudia Sheinbaum, 45.5 fueron para Morena, 7.7 para PVEM y 6.4 para el PT. Si observamos el voto para diputaciones federales, Morena recibió 37.2% del voto en 2018, 34.1 en 2021 y 40.8 en 2024.
Es claro que Morena es un partido dominante, algunos dicen que quizás hasta sea un nuevo partido hegemónico, pero también es cierto que no cuenta con el apoyo de una mayoría absoluta del electorado. El nivel de votación por Morena prácticamente no cambió en las elecciones presidenciales, como sí lo hizo en las legislativas en 3.6 puntos.
Esto quiere decir que el crecimiento de Morena entre 2018 y 2024 se debe al aumento en la votación de los partidos coaligados: en las elecciones para diputaciones de 2021 y 2024, el Partido Verde pasó de conseguir 5.4 a 8.4%, mientras que el PT pasó de 3.2 a 5.5% del voto nacional. El crecimiento del voto por el PVEM es particularmente notable, sobre todo en entidades como Chiapas, San Luis Potosí y Quintana Roo. Por el momento, la coalición oficialista luce bastante sólida, así sea por oportunismo, pero en el mediano plazo valdría la pena preguntarse si ésta podría llegar a resquebrajarse.
Como hemos discutido en este mismo espacio en otras ocasiones, nuestro sistema electoral tiene un fuerte sesgo de sobrerrepresentación. Es por ello que la coalición Morena, PVEM y PT consiguió 54.7% del voto para diputaciones, lo cual le permitirá ganar en 256 de 300 distritos de mayoría relativa y, además, recibir más de la mitad de las diputaciones de representación proporcional, con lo cual tienen prácticamente asegurada una mayoría calificada en la Cámara de Diputados.
Quienes han comparado la fuerza electoral de Morena con la que tuvo el PRI en décadas pasadas, tienen que tomar en consideración que para conseguir la sobrerrepresentación legislativa que Morena ha tenido desde 2018 a la fecha, han requerido echar mano de una coalición para eludir los límites a la sobrerrepresentación que establece la Constitución.
Consideremos ahora el caso del PAN, la segunda fuerza en votos a nivel nacional en años recientes. En las últimas dos elecciones presidenciales, el PAN pasó de recibir 17.6% del voto nacional en 2018 con Ricardo Anaya, a recibir sólo 16% en 2024 con Xóchitl Gálvez. Del 27.4% de votos que recibió Gálvez, 16 puntos fueron por el PAN, 9.5 fueron por el PRI y sólo 1.8 por el PRD, mismo que perderá el registro como partido. Si observamos el voto para diputaciones federales, el PAN recibió 17.9% del voto en 2018, 18.2 en 2021 y 16.9 en 2024.
Si bien es cierto que el PAN es la segunda fuerza política del país desde hace varios años, también es cierto que ha ido perdiendo fuerza en cada elección federal desde el año 2000 a la fecha. La última vez que el PAN consiguió por sí solo más de 20% de votos fue en la elección legislativa de 2015. La fuerza electoral del PAN prácticamente no mejoró entre 2018 y 2024.
Esto quiere decir que los triunfos que ha conseguido el PAN en 2021 y 2024 se deben al efecto aritmético de la coalición negociada con el PRI y PRD. Sin embargo, el PRI es el partido que más fuerza ha perdido en los últimos años, al pasar de 16.5 en el voto para diputaciones de 2018 a sólo 11.1% en 2024.
Hay quienes afirman que es tal el desgaste de los partidos políticos que las coaliciones electorales ya no sirven de mucho. Esto es falso: las coaliciones electorales han sido esenciales para el crecimiento de Morena, pero muy poco productivas para el PAN.
POR JAVIER APARICIO