CIUDAD DE MÉXICO.- Al no necesitar volar para escapar de amenazas, el dodo desarrolló un cuerpo grande y robusto que, combinado con sus alas reducidas, lo hacía poco ágil. Foto: Especial
El dodo es un pájaro extinto que vivía en la isla de Mauricio, en el Océano Índico. Era un ave no voladora, de gran tamaño y con un aspecto algo peculiar, con un cuerpo robusto, una cabeza grande y un pico curvado.
Su extinción ocurrió a finales del siglo XVII, poco después de la llegada de los humanos a la isla, quienes trajeron consigo animales y plantas invasoras que alteraron el ecosistema del dodo.
Una particularidad de esta especie es que el dodo es a menudo descrito como un pájaro torpe, y esto se debe en parte a su evolución en un entorno sin depredadores naturales.
Al no necesitar volar para escapar de amenazas, el dodo desarrolló un cuerpo grande y robusto que, combinado con sus alas reducidas, lo hacía poco ágil. Además, su comportamiento y apariencia hicieron que pareciera más torpe en comparación con otras aves.
¿Era el dodo realmente tan tonto y lento como nos han hecho creer?
Sin embargo, recientemente los científicos han hecho un revelador descubrimiento sobre es esta peculiar ave, y es que, a pesar de su mala fama, era en realidad sorprendentemente “excepcionalmente poderoso”.
Estos nuevos hallazgos, publicados la semana pasada en el Zoological Journal of the Linnean Society, desafían la visión común del dodo como un animal torpe.
“Los pocos relatos históricos sobre dodos vivos sugieren que era un ave ágil y activa que disfrutaba del bosque”, comenta Mark Young, autor del estudio e investigador de la Universidad de Southampton en el Reino Unido.
El dodo alcanzó su importancia evolutiva cuando se produjo la primera extinción de una especie observada por los seres humanos en tiempo real.
Estas aves robustas e incapaces de volar conocieron a su máximo depredador cuando los colonizadores holandeses llegaron a la isla de Mauricio en 1598, a quienes les encantaba comer dodos. Solo se necesitaron 70 años para exterminarlos; la última vez que se los vio fue en 1662, según el Museo de
Historia Natural de la Universidad de Oxford.
Los primeros investigadores creían que el pájaro de 91 centímetros de alto y 20 kilo había tenido una vida demasiado cómoda en la isla remota sin ningún depredador, y culparon a su existencia sin amenazas de haber impedido el progreso evolutivo.
Los investigadores comenzaron por desmitificar los primeros relatos sobre ejemplares de dodo, y una vez analizadas las historias reales, reclasificaron al dodo y a un pájaro llamado solitario (Pezophaps solitaria), que vivía en la isla mauriciana de Rodrigues, como primos cercanos, en la misma familia que las palomas y las tórtolas.
“La evidencia de los especímenes óseos sugiere que el tendón del dodo que cerraba sus dedos era excepcionalmente poderoso, análogo a los de las aves trepadoras y corredoras actuales. Estas criaturas estaban perfectamente adaptadas a su entorno”, dijo el coautor del estudio Neil Gostling, biólogo evolutivo y colega universitario.
Mientras tanto, los científicos de Colossal Biosciences están intentando revivir la especie aviar extinta hace mucho tiempo en un esfuerzo revolucionario para estabilizar el ecosistema en Mauricio.
Con información de Excélsior