CIUDAD VICTORIA, TAM.- Tal y como ha ocurrido cada tarde, desde hace casi cinco décadas, José Arturo Castro recorre a paso firme las canchas de basquetbol “del Estadio”, las del 19 Carrera Torres, llega con sus “tenis de botita”, por que ‘son los del basquet’; un pantalón camuflado, su sudadera de los patriotas y gorra; saluda sonriendo y toma asiento en las gradas, está feliz, pues una vez más, se encuentra junto al amor de su vida.
Nació el tres de Agosto de 1954, en Tampico, por que así lo quiso Doña María Guadalupe Martínez, pero a los pocos días fue traído a Victoria, a la colonia Mainero, aunque “Cuando era bebesito mi madre me llevó al internado del 16 Matamoros, el ‘Benito Juárez’; éramos 106 internos, entre mujeres y hombres, ahí crecí y estudié en la Primaria Victoria para varones, una gran escuela, en aquellos años la mejor de ciudad Victoria”, afirma con orgullo.
Tras hacer un silencio, acepta que “En el internado fue difícil crecer, pero ahí me forjé y el
día que terminé mi primaria, un viernes, no recuerdo la fecha, pero agarré mi maleta y me salí, me escapé, al Internado ya no volví jamás, me fui vagando de raid a la Ciudad de México, yo tenía doce años y así me aventé…”.
“…Donde me agarraba la noche me quedaba a dormir, así me fui por Tula, Palmillas y Bustamante hasta San Luis, luego Querétaro y así hasta México; yo me fui a la vagancia, dormí afuera de un Instituto y a un costado de la estación de bomberos, cerca de ‘Jamaica’, como un perro ahí me quedaba y ya después me fueron conociendo los del Instituto y me brindaron un cuartito, me daban de comer y cenar y me daban chance de dormir en un sótano, yo en mi vida he sufrido mucho”.
A continuación revela que “No sé ni quién sea mi padre, ni si vive o no, pero gracias a mi Dios estoy orgulloso de que mi madre me aventó al mundo, a pesar de que ella no me mantuvo yo no le guardo rencor”.
En su juventud siguieron los momentos complicados y lamentablemente aparecieron las drogas en su vida, “No me da tristeza, ni me da dolor, al contrario, quiero que esa gente que se droga sepa que para salir de ese mundo es con fuerza de voluntad, me rehabilité yo solo, fue difícil salir de las drogas, está muy difícil, pero con mucha voluntad lo logras, sí se puede”.
EL BASQUETBOL LE CAMBIÓ LA VIDA
José Arturo se transporta al momento, eran finales de siglo pasado y recuerda que el basquetbol lo vivió, lo sintió y lo jugó desde que era un niño, “Pero en aquel momento que luché para salir de las adicciones el deporte fue la medicina; me vine cada tarde a las canchas del estadio y comencé a entrenar a los niños, lo principal es la paciencia, primer punto, el segundo trabajarlos con la técnica y tercero enseñarles a saber botar”.
Fue campeón con sus equipos en diferentes torneos y ha enseñado a muchas generaciones de niños y jóvenes victorenses, destacando por ‘su ojo’ para detectar las cualidades y limitaciones de cada jugador.
“Con los equipos que he traído más o menos he aportado 20 jugadores al plantel de Correcaminos, entre ellos Pedro Ramos, Luis de Mara, Quintero fue mi jugador, también Alan Cruz, Fernando Rodríguez, Orlando Blanco, Tuexi, Rojas y muchos más”, afirma orgulloso mientras observa los trabajos que realiza su ex alumno y destacado basquetbolista Luis de Mara, ahora como entrenador. Incluso el propio “Caramaco” ya formó parte de los equipos profesionales de basquetbol de Tamaulipas. Fue por varios años utilero y masajista de Correcaminos y también de Huracanes de Tampico. Además, durante cinco años prestó sus servicios en el “Corre” de Futbol Americano.
DE SER PANADERO A CANTAR CON “PAQUITA” LA DEL BARRIO
A lo largo de su vida, ha desempeñado varios trabajos y oficios “Para sacar la papa y comer”; ha sido bolero, vendió periódicos, también chicles y lavó autos. Uno de sus primeros empleos fue en La Panadería Alameda, en el 17 Matamoros de Ciudad Victoria, ahí nació el apodo del Caramaco,
“Un hermano de la dueña le dijo a la otra hermana que me iban a poner ‘El Caramaco’ y de ahí se hizo famoso a nivel nacional e internacional, es ya mundialmente conocido ese apodo, mi sobrenombre es más famoso que mi nombre. Me cayó bien el apodo y acepté, no me ofendió nada, al contrario, me favoreció y me dio fama” explica con seriedad y una ligera sonrisa.
Otro oficio que desempeñó fue la cerrajería, pero sin duda, uno en el que comenzó a tener fama fue como cantante, “Trabajé como ocho años con el Licenciado Felipe Pinson en el Grupo Sheriff y trabajé Hotel del Sierra Gorda como como lavador de carros, no lo niego, no me da vergüenza, es un trabajo honrado, pedí chance de ser cantante en el Bar la Bodega, y ahí varia gente me escuchó y me ponía a cantar, cuando yo lo hacía, no es por nada pero el bar se llenaba, ahí pude conocer y alternar con artistas de la talla de “Paquita la del Barrio” y “El Piporro”, trabajé como diez años en el Hotel.
“‘CARAMACO’: UN HEROE INMORTAL”
En el 2018 el hijo de Doña María Guadalupe Martínez apareció en todos los periódicos y medios digitales de la capital de Tamaulipas, pues realizó un hecho heroico y apoyó a una familia que se encontraba en peligro.
“Fue en el Boulevard, en un Volkswagen estaba un matrimonio grande de edad y se les metió una serpiente, yo corrí para tomar un palo con dos horquillas, con eso la tomé y saqué del carro, luego la amarré con un mecate, me grabaron y fui el Héroe del momento, porque Dios me puso en el camino, no me dio miedo por que eran dos humanas como yo, si se puede rescatar la vida de una persona hay que hacerlo, sea quien sea hay que ayudar”.
En Victoria ya se convirtió en una leyenda urbana, el decir que “El Caramaco” es inmortal, ya que una y otra vez se ha viralizado información de su presunta muerte, lo cual siempre resulta ser mentira.
“Sí, dicen que soy inmortal, porque varias personas han hablado sobre mi muerte y de ellos ya se han ido varios. Yo estoy vivo, lo único que hacen es alargar más mi vida. Yo quiero que mi Dios me dé la oportunidad de llegar a los 100 años para seguir compartiendo con los jóvenes mis consejos y capacidad como entrenador”.
POR DANIEL RÍOS
FOTOS: JORGE CASTILLO