Un reciente estudio del doctor en psicología Matthew A. Killingsworth ha reavivado el debate sobre la relación entre el dinero y la felicidad. Contradiciendo la afirmación popular de que “el dinero no da la felicidad”, su investigación sugiere que existe una clara correlación entre los ingresos y el bienestar personal.
Publicado bajo el título Money and Happiness: Extended Evidence Against Satiation, el estudio aporta pruebas que respaldan la idea de que a medida que aumenta la riqueza, también lo hace la felicidad.
El estudio incluyó a más de 33 mil estadounidenses, entre ellos 2 mil 200 ultrarricos, revelando resultados que desafían las teorías previas sobre una “meseta de la felicidad”.
Esta idea, basada en investigaciones anteriores de la Universidad de Purdue, sostenía que la felicidad alcanzaba su punto máximo cuando una persona lograba ingresos cercanos a los 75 mil dólares anuales, y a partir de ese punto, la relación entre dinero y felicidad se estabilizaba.
Sin embargo, Killingsworth sostiene que esta meseta no existe y que la felicidad sigue aumentando con ingresos más altos.
Felicidad entre clases sociales
Uno de los hallazgos más notables del estudio es la marcada diferencia de felicidad entre los ultrarricos y las personas de ingresos medios. Killingsworth observa que esta brecha es mucho más significativa que la existente entre las personas de ingresos bajos y aquellos con ingresos medios.
Esto sugiere que, aunque los beneficios económicos de estar en la clase media son considerables, la sensación de bienestar psicológico sigue aumentando con el incremento de los ingresos.
El estudio subraya que no es solo la capacidad de adquirir bienes lo que aumenta la felicidad, sino la sensación de control sobre la propia vida. Según Killingsworth, esta sensación de control puede explicar el 75 por ciento de la relación entre dinero y felicidad.
Tener más dinero otorga mayor libertad para tomar decisiones y vivir de acuerdo con los propios términos, lo que a su vez genera una mayor satisfacción personal y bienestar.
Beneficios de ser clase media
Pertenecer a la clase media trae consigo una serie de ventajas que contribuyen al bienestar personal. A diferencia de las clases más bajas, las personas de ingresos medios suelen tener acceso a mejores servicios de salud, educación de calidad y una mayor seguridad financiera.
Esta estabilidad económica proporciona una sensación de seguridad y control, lo que refuerza el bienestar emocional y psicológico.
Además, la clase media tiene acceso a oportunidades que permiten el crecimiento personal y profesional. Disponer de recursos para invertir en educación, viajes o experiencias culturales no solo amplía los horizontes, sino que también contribuye a una mayor satisfacción en la vida.
Aunque el estudio de Killingsworth señala que la felicidad sigue creciendo con más riqueza, es innegable que la clase media ya disfruta de una calidad de vida que favorece el bienestar general.
El dinero, según el estudio de Killingsworth, sí tiene un impacto significativo en la felicidad, especialmente cuando se considera su relación con la libertad y el control sobre la propia vida. Aunque la brecha de felicidad entre los ultrarricos y la clase media es considerable, los beneficios de pertenecer a esta última siguen siendo palpables y valiosos para el bienestar general.
CON INFORMACIÓN DE EXCÉLSIOR