Son las siete de la noche y la avenida principal que cruza la ciudad de norte a sur empieza a vaciarse. Numerosos restaurantes que antes estaban abarrotados de comensales, están a punto de cerrar.
Los vehículos del transporte público ya escasean y quienes terminan sus turnos laborales a las 8, tendrán que pagar una tarifa alta por un automóvil de alquiler para llegar a sus casas o cerca de ellas lo más pronto posible.
Los habitantes tienen prisa por estar en sus hogares, los dueños de los negocios por bajar las cortinas y solo quieren salir si es estrictamente necesario, una urgencia médica, por ejemplo.
Es el Tampico de los años en los que gobernaba el PRI en Tamaulipas, desde Eugenio Hernández Flores a Egidio Torre Cantú. Y en el país, Enrique Peña Nieto, con su idea de ocultar los hechos de violencia para no generar una imagen negativa.
Era una ciudad que dormía temprano, cuyos residentes se volvieron curiosamente más corteses, menos escandalosos, más respetuosos de los horarios y se acercaron más a sus familias. En donde las fiestas familiares y de los jóvenes eran de puertas adentro. La afluencia en restaurantes, bares, a la playa y a los parques era limitada. Se respiraba el miedo tan pronto caía la noche. Eso era.
Pero ayer, el prestigiado medio británico BBCNews nos recordó con un breve artículo que la transformación de Tampico comenzó hace seis años, con un modelo de atención funcional a este grave problema social.
La BBC resaltó el cambio positivo que vivió la ciudad durante el gobierno panista de Chucho Nader, subrayando que los resultados obtenidos en el sexenio municipal que concluyó hace 11 días, será la base en la cual la Presidenta Claudia Sheinbaum quiere sostener su idea de estrategia de seguridad en México.
Paradójicamente, cuando en el gobierno del compañero Andrés Manuel se repartían abrazos e impunidad a los criminales, mientras su administración se convertía en la más sangrienta de la historia y generosamente se entregaban al control de la delincuencia amplias franjas del territorio nacional, Tampico revertía una situación que la década previa había ocasionado un enorme éxodo.
Los años oscuros que correspondieron a los gobiernos priístas de Eugenio Hernández Flores y Egidio Torre Cantú son recordados como los más terribles, por la inseguridad, los altos índices de delitos de alto impacto y el golpe demoledor a la economía estatal, especialmente en los municipios del sur.
Así transcurrieron los trienios de los priístas Gustavo Torres Salinas y María Magdalena, en su segunda administración en la que regresó al PRI. Fueron años aciagos y los recuerdos desagradables permanecen en la memoria colectiva y en las de muchas familias de las víctimas.
Entonces Tampico adquirió una mala fama en el ámbito nacional. La inseguridad se convirtió en violencia que alcanzó directa a indirectamente a todos. La incapacidad de las autoridades municipales y estatales era evidente. Nadie quería venir a invertir y mucho menos, de visita.
Hubo fuga de inversiones, cancelación de proyectos productivos, reducción de las actividades sociales, migración de familias completas, salida de empresarios que primero se fueron por uno o dos años y después decidieron no regresar. Muchos se fueron a Nuevo León, otros a Querétaro, a la Ciudad de México, a Yucatán y a diversas partes de Estados Unidos, especialmente Texas. Todos los que pudieron huir, lo hicieron.
Ya en 2018 cuando el país se cimbraba ante la llegada al poder del compañero Andrés Manuel, el contraste fue clarísimo: Mientras Tampico comenzó un período de recuperación de paz social que se tradujo en tranquilidad y certeza para los inversionistas, México se hundía en una espiral de inseguridad que llegó a niveles inimaginables. Los números oficiales lo dicen con crudeza.
Fue un proceso que llevó algunos años, pero que hacia finales de septiembre pasado se pudo comprobar sin discusión: Tampico pasó de ser una ciudad en donde las actividades sociales y económicas se suspendían apenas caía la noche, a otra en donde gradualmente fue posible volver a caminar en los parques y calles, a reactivarse la vida nocturna y a recibir inversiones privadas para generar desarrollo.
La transformación como tal empezó con el primero de los dos gobiernos municipales panistas que encabezó Chucho Nader, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) y de la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana que regularmente elabora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Tampico se ubicó en los últimos cinco años entre las primeras tres ciudades más seguras del país. Esto se logró con la combinación de un intenso trabajo político, de relaciones respetuosas con la Federación y el estado, además de un plan para devolver a la ciudad las condiciones de crecimiento económico.
El cambio radical en la percepción de seguridad que logró Tampico ha sido y es reconocido por diversos actores políticos, con especial énfasis en lo que es ahora el oficialismo. Políticos y funcionarios de Morena han resaltado la manera en la que se logró transitar de lo que muchos calificaban como un infierno, a una localidad que sirvió como modelo.
El funcionamiento de las Mesas Ciudadanas de Seguridad y la coordinación con los gobiernos federal y estatal en este rubro, fueron respaldados por el compromiso que siempre han mostrado instituciones tan respetables como la Secretaría de Marina y la Secretaría de la Defensa Nacional.
Como lo consignó ayer el artículo de BBCNews: Tampico pasó de ser una ciudad en donde en los hechos prevalecía un toque de queda no oficial ni reconocido por las autoridades, a recobrar la vida social, el ritmo económico y la alegría de sus habitantes.
El puerto se convirtió en un modelo a seguir y las Mesas de Seguridad, con sus estrategias de trabajo coordinado fueron tomadas como ejemplo para ser replicadas en otras partes del país.
Hoy, como bien lo citó el prestigiado medio británico, Tampico es una ciudad modelo en México, es ejemplo en la forma en la cual las autoridades municipales y estatales se coordinaron con la Federación, dejando de lado los colores y filiaciones partidistas.
Es la ciudad que será tomada como base para que, con el apoyo siempre comprometido de la Marina y del Ejército, de la Guardia Nacional y ahora de la Estatal, se fortalezca esa imagen favorable que se consiguió con años de trabajo.
Y, de la misma forma, será el modelo de colaboración con la sociedad civil y con los empresarios para tratar de enderezar el rumbo de la política de seguridad en el país, extraviado tras un sexenio que prefirió abrazar a los delincuentes que aplicar la ley.
No hay duda: Tampico nos sigue llenando de orgullo.
POR TOMÁS BRIONES
abarloventotam@gmail.com