“La violencia es el miedo a los ideales de los demás…”
Mahatma Gandhi
Tiene razón el Secretario de Seguridad Pública del Estado cuando asegura que el aparente –hasta ahora sigue siendo confuso– intento de secuestro del diputado Vicente Verástegui, es un hecho aislado en Tamaulipas.
Hasta donde sabemos la mayoría de los ciudadanos en esta patria chica, desde hace años no se habían registrado acciones de esa naturaleza en la Entidad, mucho menos con una figura pública como protagonista.
Sin embargo, dos aspectos crean inquietud en este escenario, en la percepción de quien escribe.
Primero: Tras el barullo nacional que generó este incidente y el despliegue de fuerzas del orden para resolverlo –lo que merece un aplauso para el Gobierno de Tamaulipas– se percibe en la declaración de Sergio Hernández un intento maquillado de restarle importancia a la posibilidad de más hechos similares. Da la impresión de que la visión es de un “no es para tanto”.
Me congratulo de que el escenario en el Estado dista mucho en estos momentos de la violencia que rige en otras geografías del país, pero eso no significa que el peligro no exista y que no pueda alcanzar –ruego porque no sea así– a nuestro solar. Ojalá que eso lo tengan presente.
Segundo: ¿Por qué el diputado afectado no ha solicitado protección oficial?
Puede haber docenas de respuestas, pero muchas de ellas sonarían ilógicas. No entiendo cómo si hubo un ataque como el descrito por el legislador, siga éste con su vida como si no hubiera sucedido nada.
Si el diputado no ha solicitado seguridad personal, el Estado debe dársela haya o no haya petición formal de por medio. El antecedente ahí está y nadie quiere, estoy seguro, que lamentemos mañana lo que no se hizo hoy…
COLOSIO ESTÁ ENOJADO
Con seguridad muchos lo han notado.
En sus recientes apariciones públicas, he visto y escuchado la evolución política de Luis Donaldo Colosio Rojas. Todos saben quién es.
En apenas dos años, el ex alcalde de Monterrey y ahora senador, pasó de la crítica constructiva a la lapidaria. Pasó de una postura conciliadora a la indignación. Pasó de la propuesta al señalamiento explosivo. Pasó de los coscorrones y zapes a verdaderos tajos a la yugular en sus encontronazos verbales. Queda claro, Luis Donaldo está enojado. Muy enojado.
¿Por qué poner sobre la mesa este escenario?
Por las implicaciones que este giro tan radical puede tener en su carrera política, donde la simple simpatía que cosechaba se ha ido convirtiendo en abierto apoyo de sectores que se sienten marginados y hasta agraviados en los proyectos y acciones federales.
En lo personal me agrada este Colosio, apasionado y arrojado hasta llegar a lo belicoso, pero con argumentos en su mayoría contundentes. Me recuerda la imagen de su padre en la campaña que fue para este su destino fatal. Me recuerda al Colosio Murrieta también enojado por la realidad nacional y su malogrado destino. Y por eso, también me preocupa.
No es una percepción calenturienta lo que provoca esa sensación.
Es lo que está pasando en México, tan arrastrado por la violencia y por la intolerancia en todos los ámbitos. Me preocupa la sinrazón que impera en muchos casos y las reacciones de quienes se sienten amenazados.
Ojalá esté yo muy equivocado en esa visión. Ojalá, porque desde ahora ya muchos lo predefinen como su candidato a la presidencia en seis años más. Entre ellos, su servidor…
Por. José Azpeitia
X: @LABERINTOS_HOY