CIUDAD VICTORIA, TAM.- La mañana es fresca en la “plaza del 8”, los boleros llegan modorros y lentos a sus trincheras multicolor pero los lavacoches y ‘viene viene’ ya hasta desayunaron su avena con pan (bueno, no todos, nomas los que no se gastaron la ganancia de ayer en ‘espumosas’).
El expendio de lotería ya abrió sus puertas pero aun no esta vendiendo cachitos. Algunos (pocos) huéspedes de los varios hoteles cercanos ya se retiran y suben sus maletas a autos estacionados en batería.
Los perros beben agua de los charcos que dejaron las últimas lluvias y uno que otro pájaro trina para hacerle coro a los coches que aceleran cuando reverdece el semáforo.
Al centro, en el kiosko un buen número de jóvenes con gorra y mochila en la espalda se hallan reunidos y deliberando cómo será la chamba este día.
Son muchachos de entre 18 y 25 años de edad que guiados por cuatro coordinadores peinan la ciudad ofreciendo diversos artículos. Es el mini ejército de los promotores.
Este trabajo, sufrido y cansado se ha vuelto en una viable pero peligrosa opción para miles de jóvenes que presionados por la situación económica son expulsados de sus lugares de origen, tras ser contratados por alguna empresa ‘promotora’ (que frecuentemente son changarros mayoristas de productos chinos y chácharas para el hogar evadiendo el látigo fiscalizador de la aduanas). Este grupo en especial está compuesto de muchachos de diversos estados y hasta nacionalidades.
El Caminante se arrima a echar la platicada con los chavos que de entrada se muestran un poco desconfiados pero que poco a poco se unen a la ‘concha’.
Sus integrantes provienen de lugares tan diversos como el área metropolitana de Monterrey, Reynosa, algunos municipios de la ‘Frontera chica’, el sur de Tamaulipas, de aquí mismo de Victoria, del estado de México y hasta de algunos países de Centroamérica. En esta ocasión se dedican a la venta al cambaceo (o ‘de puerta en puerta’) de artículos de iluminación LED, varas y bombillas a precios módicos.
Un vendedor de cambaceo debe tener habilidades específicas para negociar, especialmente poder cultivar un comprador potencial, explicar o describir las características y ventajas del producto o servicio, saber establecer un precio razonable y cerrar la venta en tiempo moderado: ni tan corto para poner en riesgo la operación ni tan largo para exponerse a perder valioso tiempo de su jornada.
Pero esto es solo teoría porque en la práctica las cosas con mucho más complejas: desde personas groseras que los corren al verlos llegar a su puerta, hasta xenofóbicos que los estigmatizan por notarles el acento centroamericano y pasando por abuelitas que no compran nada y solo aprovechan la visita para disfrutar una deliciosa y gratuita conversación para romper el tedio de la soledad, y perros bravos que mas de una vez los han puesto en aprietos y ejecutando ‘la graciosa huida’.
No faltan los perversos que al ver a una señorita ofreciendo sus productos tratan de seducirla o le hacen propuestas indecorosas.
En algunos municipios han llegado a sufrir asaltos y hasta ‘levantones’ y golpes. No pocas han sido las ocasiones en que mas de uno de ellos simplemente desaparece.
A todo esto se le debe agregar el enorme riesgo de estar en constante movilidad lo que aumenta exponencialmente la probabilidad de sufrir un accidente o simplemente extraviarse y quedar varado en algún lugar lejano. La jornada puede extenderse hasta 12 horas, dependiendo de la zona geográfica que se elija, y puede abarcar la mancha urbana o suburbana o incluso el área ejidal y hasta despobladas y remotas, dependiendo del producto que se ofrezca.
Este tipo de comercio sin intermediarios puede ser muy lucrativo si el vendedor se aplica de manera diligente pero también lo hace agotador. Sin embargo y a pesar de las nuevas alternativas en medios digitales, existe un enorme número de personas que les gusta comprar ‘a la antigüita’ (este método de venta tiene cientos de años) pues prefieren que una persona de carne y hueso y no un robot, ejecutivo al teléfono o sitio electrónico los atienda y resuelva sus dudas.
El dia empieza a calentar y los muchachos promotores ‘agarran camino’: unos van rumbo a las colonias del poniente de la ciudad y otros al área rural de la carretera interejidal.
El Caminante les desea suerte y éxito a los jóvenes en su ‘pata de perro comercial’ ojalá y los victorenses se pongan guapos con ellos.
POR JORGE ZAMORA