CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- A la sombra de sus antiguos muros y entre tumbas cubiertas de polvo y musgo, el Panteón del Cero Morelos alberga un mundo sobrenatural que desafía la razón.
Con más de 270 años de historia, se ha convertido en un verdadero museo de leyendas.
Bajo la tenue luz que se filtra entre los árboles, sus pasillos resguardan historias inexplicables y sombras de otro mundo.
No es solo un lugar para el descanso eterno, sino un escenario donde cada rincón parece cobrar vida al caer la noche, lleno de relatos que atemorizan hasta al más valiente.
Ecos infantiles
entre las tumbas
El trabajador Fausto González recuerda una historia del año 2010 que aún le eriza la piel.
Dos mujeres que visitaban el panteón aseguraron haber visto a un niño jugando entre las lápidas. Sus risas llenaban el aire mientras corría entre los mausoleos, pero cuando las mujeres intentaron acercarse para ayudarlo, el niño desapareció sin dejar rastro.
«Pensaron que había caído en alguna tumba, pero cuando revisamos, no había nadie», relata Fausto. Tras la experiencia, las visitantes salieron huyendo y, hasta hoy, no han vuelto a ser vistas en el cementerio.
La aparición
de una bruja
Durante sus años como velador, Fausto asegura haber presenciado una luz que parecía caer del cielo como un relámpago hasta tocar la copa de un árbol. Esta luz descendió lentamente, transformándose en una figura femenina, etérea y siniestra, que desapareció en la penumbra.
«El policía que me acompañaba esa noche pidió su baja y nunca volvió a trabajar como velador», comenta en voz baja, recordando el miedo que sintieron al enfrentarse a esa visión espectral.
Altar de
ritos oscuros
Octubre es el mes en el que el ambiente se llena de una energía inquietante, y el panteón se convierte en un altar para aquellos que buscan realizar rituales oscuros.
Fausto ha encontrado veladoras, figuras de cera e incluso restos de animales sacrificados.
“Hay quienes vienen a dejar trabajos, y las entrañas de animales son lo más común.
He encontrado desde gatos negros hasta aves mutiladas, especialmente cerca del Día de Muertos”, explica, admitiendo que cada hallazgo le provoca rezar para alejar las malas energías.
La niña
sin tiempo
Uno de los misterios más impactantes del panteón fue el hallazgo del cuerpo de una niña, exhumado veinte años después de su entierro y sin mostrar signos de descomposición.
Su cabello y ojos permanecían intactos, y su piel apenas mostraba señales de sequedad.
Para su padre, fue como ver a su hija en un sueño congelado en el tiempo.
«Se veía como si solo estuviera dormida», recuerda Fausto, quien presenció esta escena inquietante y asombrosa.
El Panteón del Cero Morelos sigue siendo un lugar donde las leyendas parecen cobrar vida cada noche.
Para quienes se atreven a caminar por sus senderos, es un recordatorio de que los muertos, quizá, nunca descansan del todo.
El automóvil
fantasma
Tal vez la leyenda más aterradora sea la del carro fantasma que irrumpió en el panteón a medianoche.
Fausto y un guardia lo vieron entrar a toda velocidad, rompiendo el portón principal y recorriendo el cementerio antes de salir por otra puerta… para desaparecer por completo.
Nunca se encontraron rastros del vehículo ni del conductor, pero el daño en las rejas quedó como prueba de aquella visita espectral.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZON