La agresión sufrida por Melanie, la joven del sur de Tamaulipas cuyo novio destrozó su rostro a golpes, forma parte de una vuelta más al ciclo de la violencia machista que ha recorrido junto con su agresor, Christian.
Melanie conoce bien lo que ocurre en las fases de este ciclo, aun cuando ella no se haya dado cuenta de que Christian es quien tiene a la pareja en este infierno.
Muy probablemente, Christian en repetidas ocasiones pasó por la fase de acumulación de la tensión, donde se ha frustrado mucho ante las conductas de Melanie, no de todas, solo que aquellas que no se ajustan a lo que los mandatos machistas ordenan: una mujer debe de ser sumisa, obediente, complaciente ante los deseos de su “macho”. Conforme con los estereotipos y roles de género patriarcales, las mujeres no pueden desafiar al macho, ellas solo pueden y deben aspirar a complacerlos y obedecerlos, nunca a cuestionarlos.
Es así como, la travesía por este ciclo tiene muy confundida a Melanie; es su madre quien ha dado cuenta de lo vivido por su hija:
1.- “Fase de tensión”. “Mi hija siempre me negó todo. Yo veía que traía moretones, me decía que se raspó, que se golpeó y otras versiones, pero yo como madre sabía que las cosas no estaban bien, pero cuando uno es victimizada, tienes el temor de hablar. Lo que callamos las mujeres, pero esto ya fue lo que detonó todo lo que lo que le sucedió a mi hija”.
Esta etapa se caracteriza por una escalada gradual de la tensión donde la hostilidad del agresor va en aumento sin motivo aparente. En un primer momento, las agresiones se presentan como fenómenos aislados, en los que la víctima cree tener el control y que no ocurrirán nuevamente. Sin embargo, la tensión aumenta y se acumula en el agresor, ya que sus creencias machistas le mandatan actuar para detener a quien le desafía, Melanie.
2.- “Fase de explosión o agresión”. Es esta fase ocurrieron muchas agresiones, la más grave fue la del pasado 31 de octubre, cuando Christian destrozó la cara de Melanie. Una fase precedida por la acumulación de ira en el agresor, lo que explica la brutalidad.
“Explosiones” que aumentan de intensidad con el tiempo, conforme se suman más recorridos por el ciclo de la violencia machista; además, los tipos de agresiones varían desde la verbal hasta la física, la sexual, la económica, patrimonial, psicológica, llegando hasta el feminicidio.
3.- La tercera fase es una gran trampa, es la fase de la calma o luna de miel. Ésta se registró en el hospital, cuando el agresor pide le permitan darle un beso a Melanie. El agresor puede mostrar síntomas de arrepentimiento y promete cambiar, apelando a que la víctima “lo comprenda”.
Por su parte, la víctima experimenta sentimientos de vergüenza o culpa por “haberlo permitido”. Un estado de indefensión que se detecta en mujeres con profundos daños en su autoestima, lo que las limita para poder escapar de ese infierno machista.
Las mujeres no son las únicas víctimas de la violencia machista, la exigencia de obediencia y sumisión del machismo también incluye a niñas, niños, adultos mayores y personas que estos “machos” identifican como inferiores.
Reconocer el ciclo de la violencia machista es clave para salir de él con vida, tanto para la víctima como para el agresor.
El saldo del viaje de Melanie y Christian por el ciclo de la violencia machista es negativo. Aun cuando, ella está viva, los daños físicos y psicológicos son graves; mientras que, su agresor pasó de ser un profesionista con futuro a un prófugo de la justicia. ¡Alto a la violencia de género!
¿Usted qué opina?