CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- La Diócesis de Victoria atraviesa una crisis vocacional que tendrá repercusiones inmediatas: en los próximos cuatro años no se celebrarán nuevas ordenaciones sacerdotales. Así lo informó el obispo Óscar Efraín Tamez Villarreal, quien reconoció que el llamado al servicio religioso ha disminuido significativamente, tanto en la región como a nivel mundial.
“Estamos enfrentando una crisis vocacional que, sinceramente, se hará más evidente a corto plazo. Después del próximo año, tendremos un periodo de cuatro años sin ordenaciones sacerdotales”, explicó monseñor.
El obispo detalló que los seminaristas más avanzados apenas inician su primer año de teología, mientras que los demás se encuentran en niveles formativos básicos, lo que genera un vacío generacional en el relevo de sacerdotes.
Un fenómeno global
con retos locales
Aunque Tamez Villarreal señaló que esta situación no es exclusiva de la Diócesis de Victoria, destacó que no debe tomarse como consuelo.
“Es una realidad global, pero debemos trabajar más en el fomento de vocaciones sacerdotales”, afirmó.
El prelado descartó que esto se deba a un alejamiento de los jóvenes de la Iglesia, sino más bien a la falta de personas que sientan el llamado al servicio religioso.
Déficit de sacerdotes
y carga laboral
Actualmente, la Diócesis cuenta con 72 sacerdotes, pero se necesitan al menos 100 para cubrir las demandas espirituales de los fieles de manera efectiva.
La falta de nuevos sacerdotes incrementará la carga laboral de los párrocos, en un contexto donde la población sigue creciendo.
Estrategias para
fomentar vocaciones
Ante este panorama, el obispo instó a redoblar esfuerzos para motivar a los jóvenes. “La vocación tiene sus desafíos.
Hay que apoyar a nuestros seminaristas y generar más interés en las nuevas generaciones”, señaló.
La crisis vocacional no solo representa un desafío organizativo, sino también una oportunidad para reflexionar sobre las estrategias pastorales dirigidas a los jóvenes. Según el obispo, esta es una tarea que involucra a toda la comunidad católica.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZON