CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- La amenaza por el debilitamiento de nuestro entorno es una realidad que acecha desde hace al menos 10 años a Tamaulipas y el resto del mundo.
El acelerado paso del cambio climático ha obligado a generar propuestas legislativas para subsanar los estragos de este fenómeno que afecta no solo la esfera ambiental, también deja estragos en lo económico, lo social, lo productivo y en el sector salud.
Fue hasta el 2016 que nuestro Estado generaría su primer Programa Estatal de Acción ante el Cambio Climático, donde se analiza a profundidad los efectos del cambio climático a corto y largo plazo, sus causas, su proyección y medidas para contrarrestarlo.
Dentro de dicho análisis especialistas contemplan un difícil panorama para la región sur, donde la agricultura, la ganadería y la pesca se verán profundamente afectados por la manifestación de olas de calor, reducción de la lluvia anual, presencia de fuertes nortes o ciclones, así como temperaturas máximas extremas.
Para el futuro cercano, es decir de 2025 al 2039, este estudio contempla una tendencia en el incremento de la intensidad de la sequía en el Estado, la cual coincidirá con el aumento de las hectáreas afectadas por los incendios forestales. Las cuales suelen presentarse con mayor frecuencia en el centro del Estado.
La sequía en grado severo será un escenario cada vez más común desde el centro al suroeste de Tamaulipas, aunado al incremento en las temperaturas máximas.
El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), sugiere que en un corto y largo plazo, la lluvia en Tamaulipas disminuirá, siendo las regiones del norte de Tamaulipas donde prevén se registren la menor cantidad de precipitaciones por año. Se contempla incluso un panorama donde diversos sectores de dicha región se vean severamente afectados, principalmente por el abasto de agua para consumo humano, actividades agrícolas, (afectando distritos de riego), la ganadería, incremento en la incidencia de incendios forestales y sequías más recurrentes y prolongadas, con una duración estimada de 2 años.
El aumento en la temperatura también será un escenario imposible de frenar para nuestro Estado. Se contempla que la temperatura promedio de Tamaulipas aumente de 0.8°C a 1.6°C para el futuro cercano. Lo que respecta a largo plazo, es decir, para finales de siglo, serán hasta 4.8°C más que en la actualidad, siendo norte y sur las áreas más golpeadas por el aumento de la temperatura. Representando grandes retos para el sector hídrico y salud, ante el incremento de población y demanda de agua.
Específicamente el sur de la costa de Tamaulipas sufrirá daños por el aumento del nivel del mar, dicho incremento ha sido significativo durante los últimos años. Altamira y Cd. Madero muestran los valores más críticos, lo cual traerá afectaciones en los ecosistemas costeros y marinos, la pesca y el turismo, todo esto debido a la perdida del suelo costero.
Cd. Madero y Altamira se catalogan en una sección crítica de exposición a riesgos por el aumento del nivel del mar a causa del gran número de población que concentran estos municipios y por la infraestructura que alojan estás ciudades, tales como la refinería, turismo y el puerto industrial.
La proyección a largo plazo apunta que el clima en Tamaulipas pasará de ser principalmente húmedo a más cálido para finales de siglo. Lo que sitúa al territorio en aspectos de fragilidad, ubicando al menos el 30% de sus municipios en situación vulnerable.
En características ambientales la situación es especialmente alarmante por la sobreexplotación de acuíferos, contaminación, modificación del sistema hidrológico y la competencia por el recurso hídrico para diferentes sectores productivos.
Además se ha identificado un problema recurrente en todo el Estado, vinculado al saneamiento y promoción del reúso de aguas residuales, siendo Tamaulipas una de las entidades con menor número de plantas de tratamiento residual, con tan solo 21.
En el futuro, se proyecta que el crecimiento poblacional y el uso del agua en actividades energéticas, agrícolas e industriales traerá conflictos por una mayor competencia por el recurso. Otros procesos de deterioro crítico son el estrés hídrico que afecta tanto ecosistemas como especies.
En tanto al ámbito social, el crecimiento de asentamientos humanos hacia zonas de riesgo, la migración a ciudades fronterizas, una poca incorporación de criterios climáticos en las decisiones de inversión y construcción de obras. Serán algunos de los estragos del cambio climático visibles entre la ciudadanía y su forma de vida.
Lo que respecta a el sector económico y productivo del Estado, se verá debilitado en la agricultura y la ganadería por ser altamente vulnerables por su dependencia de las condiciones climáticas, exponiéndose a plagas, deterioro de la calidad de los suelos, contaminación y salinización de acuíferos entre otras condiciones. La pesca y la acuacultura son otras áreas expuestas a una mala calidad del agua y el deterioro del hábitat, con fuertes impactos en la productividad.
Aunque dichos escenarios son proyectados tanto para un futuro cercano como para un periodo a largo plazo, los cambios en nuestro entorno y ecosistema están siendo visibles actualmente.
Tan solo el año pasado se experimentó la peor crisis hídrica de nuestra historia, con pronósticos para este 2025 de una situación igual o incluso más compleja que la sucitada en 2024.
Por Karen Salas
Expreso-La Razón