Una crisis es una situación de gran dificultad o peligro que afecta a una persona, una comunidad o un país. México enfrenta una crisis multidimensional que combina estos factores: inseguridad, crisis económica, presiones externas y corrupción.
La inseguridad ha alcanzado niveles alarmantes, especialmente en Tabasco, Guerrero, Sinaloa, Chiapas y Guanajuato. Aunque el gobierno reporta una baja en homicidios, las desapariciones han aumentado, lo que sugiere un maquillaje de cifras.
En Guerrero, la violencia persiste con enfrentamientos entre cárteles y ataques constantes a poblaciones.
En Sinaloa, el narcotráfico opera con impunidad, desafiando cualquier estrategia de seguridad.
Guanajuato sigue siendo el epicentro del huachicol. A pesar de años de conflicto, el gobierno no ha logrado desmantelar estas redes criminales, dejando a la población en un clima de miedo y extorsión.
En 2018, México tenía 24 cárteles operando. Hoy, la Secretaría de Seguridad reporta 76 grupos criminales, el triple en seis años. Esto no solo ha incrementado la producción y exportación de drogas, sino que ha convertido la extorsión en un segundo impuesto para comerciantes, agricultores y empresarios, quienes pagan para evitar secuestros o asesinatos.
El trasiego de fentanilo hacia EE.UU. ha exacerbado la crisis internacional. La Casa Blanca ha advertido que, si México no frena el flujo de esta droga, impondrá un arancel del 25% a todas las importaciones mexicanas. Esta medida afectaría gravemente la economía mexicana, dañando la producción industrial y agrícola.
EE.UU. ha declarado a los cárteles mexicanos como narcoterroristas, abriendo la posibilidad de una intervención militar. Sin embargo, ¿qué tan real es esta amenaza? Aunque algunos sectores políticos estadounidenses la promueven, traería altos costos diplomáticos y estratégicos, lo que hace que una operación a gran escala sea poco probable en el corto plazo.
No obstante, existe un riesgo alto de operaciones encubiertas en regiones clave del narcotráfico. México podría verse atrapado en una crisis diplomática si EE.UU. intensifica su presión.
La violencia y la falta de oportunidades han provocado un aumento sin precedentes en la migración. Miles de mexicanos buscan no solo mejores condiciones económicas, sino también seguridad y estabilidad en EE.UU. Sin embargo, el endurecimiento de las políticas migratorias y las deportaciones masivas agravan el problema. México no solo enfrenta un déficit de empleos para su población actual, sino que debe integrar a los migrantes
retornados.
En 2018, el déficit fiscal de México era 2.1% del PIB. Hoy, ha escalado a 5.7%, casi el triple. Aunque el gobierno proyecta reducirlo al 3.9%, el crecimiento económico no lo respalda.
Para 2025, se prevé un crecimiento de apenas 1.2%, pero algunos analistas advierten sobre una posible recesión.
Además, la generación de empleos ha caído drásticamente. No solo hay menos oportunidades para la población activa, sino que también se deben crear puestos para los migrantes deportados. La falta de inversión extranjera y el posible arancel del 25% de EE.UU. pondrían en jaque a la economía mexicana.
México se encuentra entre las tensiones de las grandes potencias. Trump ha advertido que, si Panamá no devuelve el control del Canal de Panamá a EE.UU., tomará medidas militares.
Además, la presencia de bases chinas y rusas en Groenlandia ha llevado a Washington a exigir mayor lealtad de sus aliados en América Latina.
EE.UU. busca vecinos confiables y comprometidos, lo que pondrá al país en una posición delicada. Además, los políticos con nexos con el crimen organizado ven esta presión como una amenaza directa a sus intereses, aumentando la inestabilidad.
Crisis y Oportunidad
México enfrenta un punto de inflexión. La crisis de seguridad, el fortalecimiento del narcotráfico, la presión económica y las amenazas de EE.UU. configuran un escenario complejo, pero las crisis también son oportunidades. En los momentos más difíciles, las naciones pueden reinventarse y encontrar nuevas rutas de crecimiento.
México tiene el potencial de salir fortalecido si se adoptan estrategias adecuadas. La atracción de inversión extranjera, el fortalecimiento de las instituciones de seguridad y el combate a la corrupción pueden transformar esta crisis en una oportunidad de cambio. La cooperación internacional y una visión de desarrollo sostenible pueden abrir caminos para una economía más estable y segura.
Si el gobierno actúa con determinación y visión a largo plazo, el país puede revertir el deterioro actual y posicionarse en una senda de crecimiento. El momento de actuar es ahora, no solo para evitar el colapso, sino para construir un México más fuerte y próspero.
