6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

Maniobra anticrimen

GOLPE A GOLPE / JUAN SÁNCHEZ MENDOZA

En su cruenta disputa por controlar los puntos estratégicos de la República Mexicana, las bandas del crimen organizado han utilizado todo tipo de armamento sin mostrar ningún respeto, miedo ni consideración hacia las corporaciones policiales federal y estatales, como ha quedado demostrado en los múltiples enfrentamientos librados entre ellas mismas o contra ‘los representantes de la ley’, sin que les importe sembrar el terror y la muerte de inocentes que nada tiene qué ver con ningún bando.
Es decir, se han vuelto tan descarados que hasta en presencia de la Guardia Nacional, Guardia Estatal (en el caso de Tamaulipas) y las otras corporaciones, serían capaces de todo, según la vox populi, que no se cansa de reclamar por el hecho a la inquilina de Palacio Nacional.
Hay que reconocer, sin embargo, que el fenómeno de la delincuencia organizada desde hace muchos años les ha ganado la batalla a las autoridades encargadas de su combate, por tres razones fundamentales:
1) Gran parte de los facinerosos y principalmente sus estrategas en la disputa armada, antes fueron policías, militares o malhechores en otros países;
2) La connivencia que existe entre jefes –incluida toda la estructura de su banda–, con los mandos de algunas corporaciones policiales; y
3) Porque hasta hoy no ha surgido el funcionario federal que encabece una verdadera cruzada contra los delincuentes.
Cierto es que el combate a este tipo de flagelo sólo podría ganarse a largo plazo por ser una empresa difícil de realizar, pero igual se supone que para eso están los mejores hombres y mujeres al frente de las instituciones de seguridad nacional y/o pública.
Entonces, ateniéndonos a ello les recordamos que tienen la obligación de aplicarse a fondo y dar resultados… más que inventar explicaciones.
Lo que acontece en la zona fronteriza de México –desde Baja California hasta Tamaulipas–, mucho se asemeja a lo que ocurrió en la Unión Americana en las décadas de los veintes, treintas y parte de los cuarentas, cuando se dio la disputa entre bandas criminales por controlar el contrabando de licor.
Allá también, a plena luz del día, operaban los sicarios ‘armados hasta los dientes’, y con la macabra orden de ultimar a sus rivales a costa de lo que fuera.
El cine, por su parte, han reproducido ese pasado oscuro llevando a la pantalla magistralmente todo tipo de escenas de cómo opera la mafia; y en sus argumentos principales sobresale la rivalidad entre las ‘familias’ que se enfrascaban en guerras sin cuartel por la conquista territorial en ciudades norteamericanas, como Chicago, para ampliar sus negocios ilícitos e influencia.
Y hasta parece que reviven en nuestro entorno cercano.
Lo que ahora ocurre en municipios como Tijuana, Nogales, Ciudad Juárez, Ciudad Acuña, Colombia, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, podría remitir a cualquier filme o historia de célebres gánsteres como Al Capone, George Moran –conocido en el mundo del hampa como “Bugs”–, Lucy Luciano, Mc Baker o Albert Anastasia alias ‘The Boss’; y estoy seguro que ninguno de los municipios desmerecería en lo absoluto.
La diferencia entre lo ficticio (que es el cine) y la realidad, es que estamos en pleno siglo XXI y las armas y balas, así como los muertos, no son de utilería… son de verdad.
Lo peor del caso es que involucran a la sociedad civil, puesto que los enfrentamientos entre la ‘maña’ local y la de otras entidades ya no solamente ocurren en las carreteras, los ranchos, los prostíbulos y centros de vicio o juego clandestinos, sino a plena luz del día y en la calle, frente a escuelas e iglesias; en los supermercados, restaurantes, cines o plazas comerciales instaladas sobre avenidas altamente transitadas y/o en lugares frecuentados por mujeres, niños, jóvenes y ancianos ajenos a esa barbarie, como lo confirman los acontecimientos más recientes.
En sus ajustes de cuentas los matones utilizan modernas y potentes armas de fuego que disparan sin el menor remordimiento… ¡y pobre de aquél que sin deberla ni temerla se encuentre en el lugar equivocado!
Por otro lado, llama la atención el hecho de que en su disputa los delincuentes fronterizos ataquen a policías nacionales y estatales –esto también ocurre en el sur y centro de la entidad–, a través de los llamados levantones” cuando estos patrullan el área asignada o simple y llanamente los ejecuten sin ningún miramiento.
El asunto despierta mayor suspicacia toda vez que (en el pasado) se han comprobado los lazos de amistad o subordinación que funcionarios y ex funcionarios de seguridad pública mantienen frente a los jefes de gavillas.
Y de ningún modo podría negarse que haya policías y autoridades honestas, pero serían casos excepcionales, ya que el modo de operar de la mafia misma los obliga a recibir el soborno correspondiente o exponerse a las fatales consecuencias, bajo la gastada teoría de ‘plata o plomo’.
De ahí que insista en la necesidad de multiplicar esfuerzos, a fin de que la Guardia Nacional, en coordinación con las corporaciones estatales, vayan al fondo del asunto.
Pero en serio, pues el combate al crimen organizado sólo podría lograrse sumando esfuerzos y voluntades.

POR JUAN SÁNCHEZ MENDOZA
Correo: jusam_gg@hotmail.com

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