ALTAMIRA, TAMAULIPAS.- Se realizó una nueva protesta por el despido injustificado de 500 trabajadores de Hules Mexicanos hace 37 años, es decir en 1988.
Los ex trabajadores se manifestaron en lo que fuera la entrada a la compañía en el municipio de Altamira.
El representante de los ex trabajadores, Víctor Jiménez Galindo dijo que se trató de una protesta pacífica, pero a la vez enérgica y espera que las autoridades locales capten su atención y puedan gestionar ante el estado y ejecutivo federal la solución a sus demandas.
“Es una enorme injusticia que tiene 37 años a raíz de la privatización de las petroquímicas, entre ellas Hules Mexicanos y estamos padeciendo las consecuencias de esas malas decisiones”.
El origen de las manifestaciones fue cuando la administración federal en turno decidió vender las petroquímicas, entre ellas Hules Mexicanos.
“Fue el despido injustificado de más de 500 trabajadores, así como la negación y ocultamiento de un paquete accionario que escrito en documentos oficiales del gobierno federal y que a la letra dice que al vender la empresa nos dejaría cuando menos el 2.5 por ciento del capital social de la empresa, cuyo beneficio no hemos recibido a la fecha” puntualizó.
Explicó que la mayoría de los trabajadores fueron liquidados por su antigüedad, pero faltaron algunas cláusulas del contrato, en especial la participación accionaria, derivada de la compra venta decretada por el ejecutivo federal y un seguro de vida de más de 200 trabajadores que fallecieron.
“El sindicato de petroquímicos tomó la decisión de contratar a lo largo de los años diferentes compañías aseguradoras y queremos que atiendan las peticiones que no son menores, sino que se trata de un asunto de justicia laboral y también social, pero sobre todo humanitaria”, declaró Victor Jiménez Galindo.
El monto de los seguros iban en cantidades desde los 50 mil pesos y con el paso del tiempo llegaron a ser más de dos millones de pesos.
Considera que ha faltado seriedad, atención y responsabilidad por parte de las autoridades competentes.
Por Óscar Figueroa
La Razón
