19 abril, 2025

19 abril, 2025

El Despertar de María, historias de vida

EL FARO/FRANCISCO DE ASÍS

En uno de los fraccionamientos más exclusivos de la ciudad, existía un club privado donde los miembros de la alta sociedad se reunían para relajarse entre baños de vapor, desayunos elegantes y partidas de golf. María, una mujer humilde, trabajaba en el área del baño de vapor.

Aunque siempre había sido dedicada, su salario apenas le alcanzaba para cubrir sus necesidades y las de su familia. No obstante, en su corazón ardía un deseo profundo de mejorar su vida.

Una tarde, mientras repartía toallas, Fernando, un cliente habitual de clase alta, le pidió una. Sin pensarlo, María le lanzó la toalla con desdén y murmuró: «Pero ya se les va a acabar el abuso».

Su amigo, Mario, sorprendido, preguntó: «¿Qué le pasa a ésta?». Fernando, con una sonrisa condescendiente, respondió: «Seguro anda escuchando a algún líder que le ha vendido la idea de que son explotados y que nosotros somos los culpables».

Esa misma tarde, impulsada por la rabia y la convicción de que debía hacer algo, María se dirigió a la oficina del gerente, don Jesús, y le anunció su renuncia:
—Me voy, don Jesús. Ustedes son unos explotadores, nos pagan una miseria mientras ustedes viven en la abundancia. Ahora voy a unirme a un movimiento que lucha por la justicia y la igualdad.

Don Jesús la miró en silencio, sacó unos papeles y un sobre de su cajón y le dijo: —Si esa es tu decisión, te deseo suerte. Curiosamente, hoy tenía pensado hablar contigo.

Has cambiado, ya no eres la misma María trabajadora y amable de hace quince años. Tenemos muchas quejas sobre tu actitud. Íbamos a liquidarte, y aquí está tu pago. Podría quedarme callado ahora que renuncias, pero no se me hace justo. Firma estos papeles y este dinero es tuyo.

María miró los documentos con desconfianza, pero al ver la cantidad de dinero, sus ojos se abrieron con sorpresa. No esperaba recibir tanto. Finalmente, firmó y tomó el dinero.

—No me lo esperaba —dijo—. Pero si me está dando esto, ¡cómo habrá abusado de mí! Don Jesús suspiró y replicó:
—No hemos abusado de ti, María. Y te digo algo: aunque tu movimiento triunfe, en unos años yo seguiré aquí y tú seguirás en la misma situación si no cambias tu mentalidad.

Convencida de su causa, María se unió al movimiento y pronto lideró protestas en las calles.
Se le enseñó que el capitalismo y el neoliberalismo eran los enemigos y que la redistribución de la riqueza era la única solución. Durante las marchas, se alentaba a los participantes a saquear y destruir negocios, asegurándoles que así se hacía justicia.

María, llevada por la euforia, pensó que estaba ayudando a crear un mundo mejor. Pero, a pesar de los bienes robados y los apoyos recibidos, su situación económica no mejoró. Al contrario, el dinero de su liquidación se agotó rápidamente y cada día la vida se volvió más difícil.

El movimiento finalmente llegó al poder. Sin embargo, las promesas de cambio pronto seesfumaron. Los nuevos líderes, que habían proclamado justicia e igualdad, ahora vivían en lujosas residencias, mientras la situación del pueblo seguía igual o peor.

Fernando también enfrentó nuevos retos. Ahora, funcionarios del gobierno exigían «contribuciones» forzadas, y la delincuencia organizada le pedía pagos por «protección». Mario, su amigo, preocupado, preguntó:
—¿Qué vamos a hacer?
—Pagar, Mario. No nos queda de otra.

El tiempo pasó y la desilusión de María se hizo insoportable. Su situación era peor que antes. Sin trabajo, con pocos ingresos y con necesidades urgentes, decidió buscar a Fernando en su empresa y pedirle ayuda. Con lágrimas en los ojos, confesó:
—Discúlpeme, señor. No sabía cuán equivocada estaba. Nos engañaron. Nos prometieron sueldos dignos y derechos, pero no nos dieron nada. Mi hijo pequeño murió de neumonía porque no pude comprarle medicinas y allá no teníamos seguro.

Fernando la miró en silencio. Aún sentía cierto resentimiento, pero también compasión.

Finalmente, le ofreció trabajo en su empresa.

—Voy a confiar en ti, María. Ve con José de recursos humanos para que te contrate. Quiero que entiendas algo: esos movimientos solo usan a la gente. Si realmente quieres progresar, tienes que estar preparada, educarte. Asegúrate que tus hijos se preparen, y no solo en lo técnico, sino que hay que educarlos en los valores como el respeto, la honestidad, la empatía, la responsabilidad. Eso es lo que nos va a permitir tener una sociedad más justa y equitativa.

Y hay que entender que nos educamos en los valores por el ejemplo, este tiempo que has mostrado resentimiento y rencor, tus hijos lo están aprendiendo. No hagas de ellos personas resentidas y rencorosas que difícilmente caben en nuestra sociedad.

María asintió, había tenido un despertar doloroso, pero por primera vez en mucho tiempo,
sintió que podía tomar el control de su destino.

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