6 diciembre, 2025

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Hay un nuevo sheriff en la ciudad

TRÓPICO DE CÁNCER / JESÚS COLLADO MARTÍNEZ

El 20 de enero Donald Trump tomó posesión del cargo de Presidente de los Estados Unidos de América y a ese acto lo acompañaron los más grandes oligarcas del mundo y de los Estados Unidos: Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y los CEO de Apple y Google. En su discurso Trump anunció una Era Dorada de los Estados Unidos qué los colocará en el liderazgo de los países del mundo.
 
Anunció ese día que iba a declarar una crisis de seguridad nacional en la frontera con México y que le impondrá tarifas del 25% a los productos de México y Canadá  para que eviten el paso de migrantes ilegales y de fentanilo y otras drogas hacia Estados Unidos. Afirmó qué va a terminar de inmediato la guerra entre Israel y Palestina y la de Rusia con Ucrania, reclama la soberanía del Canal de Panama, dice qué va a comprar Groenlandia y que convertirá a Canadá en el estado 51 de la unión americana.
 
Pero de ¿dónde surgen esos posicionamientos radicales que desconciertan a la comunidad internacional y que desafían las normas de la convivencia política más elemental? Quizá la respuesta más acertada tenga que ver con la visión autocrática del poder político que tienen el Presidente Trump y los hombres mas ricos del mundo que lo acompañan y lo asesoran, quienes ven como una camisa de fuerza a las viejas organizaciones internacionales que han sido los conductos o los canales habituales de la comunicación y los acuerdos entre países.
 
Es el caso de la Organización de las Naciones Unidas fundada en 1945 después de la segunda guerra mundial hace 80 años, la Organización del Tratado del Atlántico del Norte OTAN que nació en 1949 en plena guerra fría hace 76 años, las organizaciones regionales de países globalizados surgidos en el mundo post guerra fría a partir de 1990 hace 35 años, que se rigen por las reglas del neoliberalismo.
 
Estas organizaciones han contribuido en distintos momentos de la historia reciente a regular las relaciones entre países, a mediar en los conflictos y en la etapa posterior a la guerra fría, a establecer las reglas de las relaciones comerciales entre regiones. En estos organismos han jugado un papel preponderante las potencias que forman parte del Consejo de Seguridad de la ONU, de la OTAN y de los organismos de arbitraje de las regiones económicas. Estos organismos jugaron un papel importante en la distribución y regulación del poder económico, militar y político.
 
En la visión de Donald Trump, el poderoso presidente de los Estados Unidos, pareciera ser que esas funciones han llegado a su fin de la manera que las hemos conocido, ahora la ONU y sus filiales en la salud, educación, cambio climático, derechos humanos, etc., la OTAN y la Unión Europea y los tratados multilaterales de libre comercio, le parecen aparatos lentos, viejos y caros que obligan a la nación más poderosa a someterse a protocolos y mecanismos de funcionamiento en los que tienen voz y voto quienes no cuentan con el poderío de la potencia más grande del mundo. Esta concepción del poder se alimenta del conocimiento lineal del lugar que ocupa Estados Unidos tanto en el poder económico como en el poderío bélico.
 
De acuerdo con los datos del Banco Mundial la economía de Estados Unidos es la más grande del mundo y tiene un valor de 26.8 trillones de dólares mientras que la de sus aliados Alemania 4.3, Reino Unido 3.1, Francia 2.9, Italia 2.1. y la de su adversario China tiene un valor de 19.3, y sus asociados India 3.7, Rusia 2.6, y Brasil 2.0. El poderío bélico se mide por el numero de cabezas u ojivas nucleares con las que cuentan las potencias. Los países que poseen el mayor arsenal nuclear en el mundo son Rusia con 5580 ojivas nucleares, Estados Unidos 5044, China 500, Francia 290, Reino Unido 225, India 172, Pakistán 170, Israel 90 y Corea del Norte 50, según los datos de Statista.
 
De tal manera que, mediante la imposición de tarifas a los países como en el caso de México, Canadá y China, la amenaza directa sobre la soberanía de sus territorios como en el caso de Panamá y Groenlandia, y los reclamos hacia la comunidad europea, el Presidente de los Estados Unidos parece estar reescribiendo las reglas de distribución del poder político, económico y militar del mundo, de manera que pueda ejercer un control directo y más afín a sus propios intereses.
 
En la primera quincena del mes de febrero pasado JD Vance Vicepresidente de los Estados Unidos asistió a la Conferencia de Seguridad de Múnich que reúne a los países de la Unión Europea, y en esa reunión acusó a los países europeos, ganadores de la guerra fría, de haber perdido los valores fundamentales que le dieron origen a esa organización. El vicepresidente les advirtió “Europa se enfrenta a muchos desafíos, pero la crisis a la que se enfrenta actualmente este continente… Si (le) temen a sus propios votantes, Estados Unidos no puede hacer nada por ustedes. Además, ustedes tampoco pueden hacer nada por el pueblo estadounidense que me eligió a mí y que eligió al presidente Trump. Necesitan mandatos democráticos para lograr algo que valga la pena en los próximos años.”
 
De tal manera que las tarifas y las amenazas son un vehículo para hacer llegar a todos un solo mensaje, claro, contundente, frío y abusivo, como les dijo J.D. Vance a los europeos: Hay un nuevo sheriff en la ciudad, refiriéndose a la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América y a las nuevas reglas en las relaciones de ese país con el resto del mundo.

POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ

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