El gobernador fue cuidadoso en la selección de ideas, conceptos y palabras para cerrar el mensaje con el que presentó su Tercer Informe de Gobierno.
En medio del frenesí de la información diaria, la guerra política sin cuartel, la necesidad de aprovechar cada segundo de cada mensaje para tratar de apuntar al algoritmo de las redes sociales, Américo apeló al sentido humanista del movimiento que encabeza en Tamaulipas.
Al concluir el recuento de su tercer año de ejercicio, en el que destacó los avances conseguidos en materia de seguridad, bienestar, salud, educación, y otros rubros fundamentales para la vida de los tamaulipecos, el gobernador eligió hablar de la verdad como eje esencial en la función pública.
No fue una decisión gratuita reflexionar sobre los tiempos que vivimos, porque justamente desde hace tres años, a veces con mayor y menor intensidad, el estado se vuelve escenario de una guerra en la que la principal arma es la desinformación, las mentiras dolosas como parte de campañas negativas.
Nada nuevo bajo el sol -así fue la campaña contra el ahora gobernador- pero precisamente por recurrente, es buen momento para poner un freno a esta ruta perniciosa para la vida publica del estado.
El gobernador llamó a la sociedad “a comprender que la verdad no es un constructo individual, sino que es una construcción colectiva, que es además un valor superior que no debe subestimarse o darse por sentado, ante la banalidad de su opuesto que es la mentira”.
Este llamado a la honestidad y la ética en Tamaulipas no es menor en tiempos donde la posverdad, la desinformación y la manipulación han distorsionado la política, y que a final de cuentas se traduce en la «decadencia que supone vivir en un mundo sin principios».
La verdad, reflexionó Américo Villarreal, no es solo un concepto filosófico, sino una necesidad política y social.
Por ello, dijo, “necesitamos conciencia de nuestra propia grandeza», pues, en un entorno global en crisis, donde «se agotan las reglas y se opta por la incertidumbre», solo el apego a principios firmes puede sostener el rumbo.
Este mensaje, claro se inscribe dentro de la narrativa de la Cuarta Transformación: la verdad no solo como un principio ético, sino como una herramienta -política y electoral, claro está- para el cambio social.
«Nuestra fortaleza, como lo ha señalado la presidenta de México, está en la unidad nacional…», afirmó el gobernador para hacer patente, una vez más, su cercanía evidente con el proyecto político de Claudia Sheinbaum.
También ahí hubo un mensaje político en tiempos en que algunos sectores de la 4T hacen crujir las alianzas internas.
«Donde prevalece el aprecio a la memoria histórica… a una vida cívica que nos exige conducta intachable en lo individual… y responsabilidad y participación frente a nuestra comunidad», insistió el gobernador.
En un país donde la política ha sido frecuentemente rehén de la simulación y la demagogia, la propuesta de recuperar la verdad como base de la vida pública es alentadora y una oportunidad, pero también un desafío.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES