El Caso Teuchitlán ha puesto en el centro del debate dos aspectos fundamentales de la política: la congruencia y la responsabilidad. En medio del hallazgo de restos humanos en un rancho de Jalisco —hecho que ha generado indignación y preocupación en la sociedad—, el senador Gerardo Fernández Noroña ha desatado la polémica con sus declaraciones.
En lugar de mostrar empatía o exigir justicia, como lo hizo en el pasado en el caso Ayotzinapa, ahora Noroña desestimó el tema, sugiriendo que podría ser parte de una manipulación política. Este cambio de postura evidencia algo que en política se repite con frecuencia: “No es lo mismo ser borracho que cantinero”.
Cuando Noroña era oposición, fue uno de los más críticos del gobierno de Enrique Peña Nieto ante la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Sus discursos eran contundentes y demandaban claridad, verdad y justicia. Hoy, al formar parte del grupo político en el poder, parece haber olvidado que esas mismas exigencias que él planteó siguen siendo legítimas, independientemente de quién gobierne.
Sin embargo, este escenario también pone en evidencia otro fenómeno común en política: la crítica oportunista. Aquellos que hoy señalan con dureza al gobierno por el caso Teuchitlán son los mismos que antes minimizaron casos graves cuando eran oficialismo. En otras palabras, los papeles se invirtieron: quienes ayer exigían justicia hoy justifican errores, y quienes antes callaban hoy gritan con fuerza.
En este cruce de discursos y contradicciones, lo que la sociedad espera es que quienes están en el poder asuman con seriedad la responsabilidad que aceptaron al ser electos. Minimizar una tragedia no solo erosiona la confianza pública, sino que puede proyectar indiferencia y falta de compromiso.
Como bien dice el dicho: “Chamba mata grilla”. Más allá de discursos defensivos o descalificaciones, el mayor acierto político está en comunicar con hechos. Acciones concretas como las que ha anunciado la presidenta Claudia Sheinbaum —al proponer la unificación de registros de identificación y forenses para acelerar la localización de personas desaparecidas— son las que realmente construyen percepción de compromiso y resultados.
Porque en política, la responsabilidad del poder radica en representar los intereses del pueblo por encima de cualquier interés personal o de grupo. Como dijo Madre Teresa de Calcuta:
“El que no vive para servir, no sirve para vivir.”
Porque al final, en política como en la vida, el verdadero liderazgo se demuestra con acciones que respondan a las necesidades de la gente.
Eric Valdez Gómez
Consultor en Comunicación Política (Compol)
Experiencia en Campañas Políticas en México y el Extranjero
Especialista en Comunicación, Medios y Marketing Digital
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