Uno de los grandes avances en nuestra vida democrática lo dio el expresidente Vicente Fox cuando llegó al poder. La necesidad del guanajuatense por lograr gobernabilidad con todas las estructuras del poder en ese entonces controladas por gremios pertenecientes a las filas del tricolor, la tarea parecía imposible.
Pero en los juegos de la democracia no existen imposibles y apoyado por la academia mexicana impulsó la creación del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública que revolucionaría por completo la rendición de cuentas de los tres niveles de gobierno.
Sería inadmisible no reconocer el trabajo periodístico que desde entonces se ha hecho gracias al acceso a la información sin olvidar a las Organizaciones No Gubernamentales, Asociaciones Civiles y particulares que desde entonces tuvieron un Instituto y una plataforma para exigir a las autoridades que revelaran toda la información pública, específicamente la concerniente al gasto del presupuesto público.
El expresidente Andrés Manuel López Obrador desde que inició su lucha democrática de manera oficial en 2006 siempre lo hizo apoyado de intelectuales, periodistas, investigadores y demás miembros de la sociedad civil para alzar la voz en contra la corrupción, el lastre que por años señaló el Estado mexicano al que consideraba secuestrado por una mafia del poder.
La información pública que por años ayudó a la revelación de los excesos de la guerra en contra del narcotráfico y el drama de los homicidios y desapariciones, no podría ser explicado sin todo el escrutinio público que se realizó desde transparencia o la revelación del gasto excesivo que realizó el gobierno de Felipe Calderón en la construcción de la Estela de Luz.
O todo lo documentado durante el sexenio del ‘Nuevo PRI’ de Enrique Peña Nieto y compañía que culminó en la excarcelación de funcionarios, gobernadores y exgobernadores, y el caso más emblemático se dio por ejemplo con la caída de la toda poderosa lideresa del magisterio Elba Esther Gordillo.
Durante dos sexenios el discurso anticorrupción del obradorismo se consolidó y la existencia de Morena no podría explicarse de otra manera sin el estandarte del combate a la corrupción.
Los primeros 18 años de vida democrática en el país transcurrieron con una institución que se convirtió en un contrapeso y punto de equilibrio entre poderes, instituciones autónomas y gubernamentales y el respaldo legal que se otorgaba a los solicitantes prácticamente hizo imposible a la autoridad la rendición de cuentas, cada vez con más filtros y delimitaciones para que no mintieran o la misma información solicitada revelaran sus mentiras.
Pero mágicamente y bajo el contexto de la pandemia de COVID-19 para la 4T el combate a la corrupción terminaría con argumentos similares a la aseveración de que la historia terminó con su triunfo, y que todos los militantes de Morena o simpatizantes de la 4T se encontraban exonerados y libres de toda culpa y/o pecado capital.
Aún y con el avance que representó la creación de la Unidad de Inteligencia Financiera (inicialmente utilizado para la persecución política) dentro el morenismo e impulsado por AMLO consideraron que el combate a la corrupción había terminado. Y claro, la rendición de cuentas también.
De todas las (muy controvertidas) decisiones que se dieron al final del sexenio de AMLO la desaparición del entonces ya renombrado INAI (Instituto Nacional de Acceso a la Información) representó una afrenta a nuestro sistema democrático y una estocada innecesaria para el ejercicio de la libertad de expresión, y claro, del periodismo.
Con la llegada de Claudia Sheimbaum la premura de un gobierno digitalizado abre la posibilidad de impulsar un aparato digital de rendición de cuentas que al menos en la teoría de quienes promovieron la desaparición del INAI, sería suficiente para cualquier ciudadano que solicite información pública.
El ejercicio presupuestal debe de ser completamente abierto sin clasificaciones independientemente de todos los candados que desde el poder se intentan imponer a decisiones de gobierno de gran impacto (como el gasto ejercido en seguridad durante el calderonato).
El gobierno de Claudia Sheimbaum Pardo será el parteaguas de una decisión drástica y hasta el momento perjudicial para nuestra vida democrática, pero el uso de las nuevas tecnologías y el fortalecimiento de una secretaria como la Transformación Digital aclararía todas las dudas que quedaron al aire.
Un gobierno abierto frena el avance de autoritarismos o de imposiciones sistemáticas que recurrentemente se da en un país como México, aún controlado por oligarquías y sus oligarcas…
Y dar seguimiento al uso del presupuesto garantiza un mejor gobierno, comprometido con la ciudadanía que al final es la que quita y la que pone.
POR PEDRO ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ
@pedroalfonso88




