CIUDAD VICTORIA, TAM.- El barrio de La Libertad lo vio nacer… creció entre las calles polvorientas de la zona norponiente, entre retas eternas de fútbol, paseos en bicicleta y más de una travesura. Ahí, donde cada esquina guarda una anécdota y cada vecino lo respalda hasta la fecha, nació el sueño de Servando Aguilar Hernández.
“Vivo a unas cuadras del campo de La Libertad. Iba al campo o al Kiosko, ahí me la pasaba siempre. Jugaba en el barrio, a jugar las retas. Entrenaba o salía de la escuela y nos íbamos a jugar”, empezó a contar su historia el multicampeón con Correcaninos.
Ahí, entre su gente, empezó todo, y también ahí vivió una de esas anécdotas que lo marcaron de niño, aunque sus papás quizá se estén enterando apenas.
“Una vez me agarró la patrulla, tenía unos 10 años. Yo andaba en la bici, no andaba haciendo nada malo pero pues sabes que somos muy escandalosos cuando somos niños, éramos varios y una señora habló para que nos controlaran, me agarraron a mí. No les quería decir a mis papás, de hecho ellos no saben, se van a enterar aquí (entre risas), pero le hablé a mi hermana, y ya ella esperó porque le dije, ‘si no me sueltan, te hablo y les dices’, pero los policías sólo nos querían espantar y me dijeron que ya me fuera”, dijo.
Aquel niño inquieto que rodaba por las calles sin freno tenía una chispa especial y no solamente por su personalidad, pues desde muy pequeño, el futbol se convirtió en su centro de atención, en su vida diaria, en su más grande pasión.
Como la mayoría de las niñas y niños, empezó por decisión del padre, pero el balón parecía estaba destinado para él; en su sangre y su ADN corría la de gajos, pues desde el primer día no soltó el hilo.
“Yo inicié a los tres años. Un día mi papá que era un apasionado por el futbol me llevó al IPPSET, ahí entrenaba Titanes con el profe Mora, llegué y me metieron, ahí empezó todo. Días después tuve mi primer partido, me habían dado el uniforme y todo. Fue mi familia, mis abuelos, tíos, todos, siempre recordaré ese día aunque ya fue hace mucho”.
Como todo niño, hacía todo menos jugar al futbol. De agachaba y jugaba con el pasto o la tierra, volteaba a la tribuna, de vez en cuando pateaba la pelota, pero nunca se salía ni quería dejar el campo, “yo me la pasaba jugando con la tierra, hacía de todo menos jugar, pero uno va agarrando la onda. A mi papá sobre todo le generaba mucha felicidad que jugara futbol”, agregó.
Así fue como inició un camino que lo llevaría por múltiples canchas. Desde Titanes hasta selecciones estatales, Servando empezó a destacar en su categoría. Copa UAT, fue donde creció pero con Furia Azul empezó a vivir grandes experiencias en otros certámenes.
“Duré siete años en Titanes. Surgió una invitación al equipo de Tamaulipas que era Furia Azul para ir a un Nacional y ahí me quedé. Jugué un buen rato ahí, jugamos varios torneos estatales, nacionales. Ganamos varias veces Copa UAT, recuerdo mucho un torneo de Global Cup, viajamos solamente 13 jugadores y ganamos aún así. Disfruté mucho esa etapa”, comentó.
EL SUEÑO QUE SE DESVANECÍA EN LAS CALLES DEL BARRIO
A pesar de que mostraba calidad, Servando poco a poco desvanecía su sueño. No era por falta de talento, sino porque no tenía suerte o empezaba a tener otros objetivos o costumbres. Al final, el barrio nunca lo soltó. A los 13 años empezó a jugar en ligas libres y sin saberlo, lo iban alejando del sueño, pero a la vez lo forjaban.
“En la libré empecé a jugar a los 13 años en la Zona Centro en Deportivo La Misión, en la Libertad con Libertoys. Sí empecé con miedo, había señores que a veces eran mala leche, jugaba algunos 10-15 minutos por partido, pero aprendí mucho”, expuso.
“Me tocó ser bicampeón en la Libertad, es bonito jugar una final en el barrio y más si es el tuyo y juegas con el equipo de tu Colonia”, explicó, y a su vez contó las experiencia que le ayudaron a manejar situaciones difíciles, “la vez que más me espanté o me puse nervioso, fue en una Champions porque veía a mucha gente alrededor en el campo Servidores Públicos, tomando y gritando, la verdad sí fue una experiencia única, que me marcó”, contó.
EL SUEÑO QUE RETOMÓ EN EM BARRIO
Los años pasaban. Ya no entrenaba mucho, ya no le ponía el mismo interés al trabajo y solamente le gustaba jugar. Pero el destino futbolístico le dio la prueba de que él estaba hecho para el profesional y no para andar en el futbol amateur de la capital.
“No puedo decir que ya no soñaba, porque uno siempre sueña (con ser profesional), pero sí empezaba a meterme mucho en el futbol de barrio, ya sólo jugaba, me aventaba varios juegos a la semana, la edad ya era difícil ir a visorias”, agregó.
Pero justamente el barrio lo que estaba quitando o desvaneciendo, terminó por regresarlo. En un partido en la liga de Colopo, le tocó enfrentarse al entrenador de porteros del equipo de Correcaminos TDP, Max Castro.
“Me tocó jugar contra él en Colopo, hubo una jugada que me atajó el profe Max Castro, y al final se acercó conmigo, me dijo ‘¿no te han dicho que te tienes que presentar a entrenar en TDP? Eres el único que andas fuera del corral’, se lo platiqué a mi papá y pues decidimos intentar. Me imagino que me tenían visto de los torneos”, puntualizó.
Servando aseguró que fue una decisión complicada para él, pues no quiso salir del barrio, pero escuchó a su niño interno, la promesa que tenía y a sus padres.
“Fue algo difícil para mí porque varios equipos me invitaban, fue un conflicto con mi papá por así decirlo, porque yo no quería entrar, prefería jugar en el barrio, pero él me hizo cambiar de opinión, junto a mi mamá para que fuera a entrenar y ahora les agradezco por ayudarme a tomar la mejor decisión porque aparte pude cumplir una promesa que le hice a mis abuelos”, detalló Mtz
UN DEBUT INOLVIDABLE Y PROMESA CUMPLIDA
Tardó en adaptarse, pero al final tomó la oportunidad. Fue registrado con Correcaminos y rápido se ganó la confianza del cuerpo técnico que en ese momento encabezaba Jair García.
Llegó para triunfar. No tardó en ganarse la titularidad en pretemporada y semanas después se dio el debut.
“Fue algo impresionante mi debut en TDP. Fue ese mismo día cuando me dijeron que iba a debutar. Fue mucho nervio pero mucha emoción. Gracias a Dios di un buen partido en mi debut. Se me salían las lágrimas de la emoción cuando estuve formado para entrar. Más porque siempre le prometí a mis abuelos que iba a ser profesional y aunque no estuvieron, se los cumplí”, dijo.
Jugó todos los minutos en su primer año. Tuvo un cambio radical de vida futbolística en un abrir y cerrar de ojos. Después del debut, los pasos fueron firmes: trabajo, constancia y una oportunidad que llegó de forma inesperada.
Pasó una temporada y fue ascendido a Liga Premier. “Sí me sorprendió porque llevaba solamente algunos ocho o nueve meses en el club. Pero son oportunidades que no puedes dejar pasar”, puntualizó.
“Cuando estuve en Premier, no me convocaban, duré como seis partidos sin que me convocaran, era normal porque era de los menores y que apenas subían, pero un día en Zacatepec se me dio la oportunidad en octubre del 2024. Yo no sabía. Entré al vestidor antes de salir a calentar y vi mi nombre en la pizarra. Fue una emoción enorme y me felicitaron, gracias a Dios me salió un buen partido, quedamos empatados, y de ahí empecé a jugar más. Me tocó jugar la liguilla de titular y perdimos en semifinales”.
TOCÓ LA GLORIA EN UN 2025 BRILLANTE
El 2025 para Servando ha sido un año brillante. Pues después de ganarse más minutos en Premier con apenas 19 años, fue convocado sin pensarlo a una Selección Premier que disputó el Torneo del Sol, un torneo que organiza la FMF con selecciones de TDP, Premier, México y extranjeros.
“Yo llegué por accidente porque el que estaba convocado se lesionó. Unos días antes del Torneo del Sol me hablaron, acababa de llegar de entrenar y me habló Julio, ‘te necesitamos en Toluca para mañana’ y les dije que sí, yo no sabía cómo iba a llegar pero iba a llegar”, comentó.
“Tuve que hacer maletas muy rápido, me fui unas horas después, llegué allá al día siguiente y entrené, me presenté con el profe César Vega, me adapté a ellos y me tocó ser titular en todos los partidos, lo hice bien y me tocó ser campeón del Torneo del Sol”, explicó.
“Fue muy bonito. Siempre que eres campeón se siente padre. Fue una experiencia muy buena, algo que no olvidaré porque así empezó el 2025 de la mejor manera”, expresó.
Ese fue solo el principio de un semestre soñado. Servando regresó a Correcaminos y no sabía lo que iba a vivir algunos meses más tarde: ser campeón dos veces de Liga Premier.
“Sigo sin creérmela que fuimos campeones. En lo personal fue un logro más para mí porque en seis meses gané el Torneo del Sol, el Clausura 2025 y el Campeón de Campeones, al final de cuentas es para lo que trabajas”, declaró.
Para Servando es una alegría única lo que vivió en las últimas semanas, en las que Correcaminos venció a Leones Negros para quedarse con el Clausura 2025 y después a Uruapan para conquistar el Campeón de Campeones de la Liga Premier en su torneo de filiales.
“Es la alegría más bonita que he sentido en mi vida el ser campeón de Liga Premier. Jugar la final en el Alvizo con mucha gente fue algo muy bonito, porque sabes que confían en ti. Gracias a Dios le dimos una alegría a Victoria, es una emoción grandísima. Yo nunca había quedado campeón profesionalmente, y te lo juro que fue una alegría que no puedo describir, además teníamos una cuenta pendiente con Leones Negros, entonces supo al doble y en Uruapan la verdad fue una locura, gol de último minuto, la verdad el equipo dio todo”, expuso.
Aunque tiene una personalidad algo fuerte y reservada, Servando Aguilar, no evitó el llanto en estos momentos más aún al recordar a las personas especiales que tiene en el cielo y quienes aún con vida creen en él.
“Sí lloré, en las dos finales lloré porque es algo único, indescriptible. Hace tiempo jugando en el barrio, en Copa UAT, hoy ganando con el equipo de tu Ciudad. Recordé a mis papás, a mi familia, a mis abuelos, a todos los que me apoyaron, mi novia, amigos del barrio, todos”.
EL TATUAJE QUE LE DA FUERZAS
Justo en la pierna derecha tiene un tatuaje. No es un tigre, no es un animal o símbolos que suelen tatuarse muchas personas, para él es un tatuaje tan especial como inspiración, fuerza y motivación.
Pues aunque sus abuelos perdieron la vida hace siete y ocho años, aún los tiene cerca, los tiene en la piel.
“El tatuaje que siempre muestro son mis abuelos, siempre les prometí que los iba a llevar conmigo hasta la muerte y me los tatué. Hace como dos años me lo hice, antes de los partidos lo veo, significa mucho para mí, yo quisiera tenerlos aquí, mi abuelito era un apasionado por el futbol y sería muy feliz de verme jugar, ellos siempre me dan fuerza”, dijo.
“Hace siete y ocho años tuve esas pérdidas. Primero mi abuelito, y diez meses después falleció mi abuelita. Siempre me acuerdo que antes de fallecer mi abuelita contó que soñó a mi abuelo, que regresaba y le decía que le planchara una camisa, entonces nosotros creemos que fue mi abuelito que la necesitaba con él para estar de nuevo juntos, así que ahora son mi inspiración”.
SU META ES LLEGAR AL PRIMER EQUIPO
Ahora su meta está clara: seguir creciendo, sin olvidar nunca de dónde viene. “Primeramente mi meta es llegar a Expansión, mi meta grande sería jugar en Liga MX. Pero primero quiero ganarme un lugar en Correcaminos, destacar aquí”, aseguró.
“Todo victorense sueña con jugar en el equipo de su ciudad. Gracias al profe Max, a Gandhi, profe Dimas, a Gustavo. A todos los que me apoyan o apoyaron para estar aquí. Tengo amigos que sueñan con jugar y yo tengo el privilegio y tengo que aprovecharlo. Me visualizo en el Marte R. Gómez debutando y con mi familia en la grada”, explicó.
“Represento a mi barrio y eso es bonito. La gente te conoce y me felicita por lo que logramos. Agradezco a mi familia, amigos de la Libertad, Chelo, Mojo, La Amenaza, Ronny, mi novia, mis vecinos y todos”.
El barrio lo vio nacer, hoy lo ve triunfar…el mismo que lo vio jugar retas en la calle o en el kiosko, el que lo miró ser ‘detenido’ por una patrulla con apenas 10 años por travesuras infantiles, el que lo vio gozar jugar con sus amigos.
El barrio que lo formó cuando se cansó de entrenar, cuando jugaba por amor al juego, sin pensar en visorias. El mismo barrio que lo regresó al camino del profesional.
Hoy ese niño de la bici, que debutó entre lágrimas en TDP y se tatuó a sus abuelos en la pierna para llevarlos a cada partido, es campeón del Torneo del Sol, del Clausura 2025 y del Campeón de Campeones con Correcaminos Premier y lo más importante: cumplió su promesa.
Ahora, cuando entra a la cancha, representa un escudo, representa a La Libertad, a su familia, a los que creyeron, a los que se fueron y a los que aún sueñan. Porque Servando Aguilar es el ejemplo que en el barrio también hay talento, hay sueños y también hay quienes lo cumplen.
POR DANIEL VÁZQUEZ
EXPRESO-LA RAZÓN