A poco más de dos años de que inicie el proceso electoral 2027-2028, empieza a configurarse el escenario político que se vivirá en la pelea por la sucesión.
Entre tanta efervescencia y tantos proyectos en ciernes, hay algunos pronósticos con buenas probabilidades de confirmarse dentro de unos meses.
El primero es que la candidatura de Morena seguramente será disputada por tres mujeres principalmente, que por cierto, representan cada una a un poder de la unión: Olga Sosa, senadora de la República; Carmen Lilia Canturosas, alcaldesa de Nuevo Laredo; y Tania Contreras López, virtual presidenta del Supremo Tribunal de Justicia.
En los dos primeros casos, a su modo y con la evidente sutileza que ordenan las leyes electorales, han dado muestras de sobra de tener interés en competir por la gubernatura de Tamaulipas.
Respecto a la futura magistrada el asunto es diferente: primero porque su irrupción en esta hipotética disputa interna es más reciente -acaba de ganar la elección apenas hace un mes- y segundo porque un paso de la presidencia del renovado Poder Judicial a una candidatura política sería un salto poco convencional, y por ello, muy arriesgado.
Pero la campaña que realizó fue lo suficientemente llamativa para atraer los reflectores y sembrar la posibilidad de convertirse en una tercera vía para la sucesión morenista.
Más allá de estas alternativas sólidas con las que cuenta Morena, también es cierto que todavía hay muchas dudas en torno a lo que pasará en los próximos dos años.
Por ejemplo, cuál será el camino que tomarán algunos partidos satélite. En particular, resultará importante saber el rumbo del Partido Verde, porque de eso depende la viabilidad de una nueva alianza electoral con Morena y el Partido del Trabajo. Si ésta no se concrete, eso implicaría una candidatura más en la boleta.
En este momento, la coyuntura nacional que incluye una guerra interna entre diferentes tribus morenistas que han encontrado una especie de guarida en el PVEM, se ve muy probable que este partido apuesta a irse por la libre.
Así se gestó por ejemplo, la candidatura de Maki Ortiz para el Senado de la República en fórmula con Eugenio Hernández.
El año pasado la inclusión por esa vía de la ex alcaldesa de Reynosa en la boleta fue una suerte de válvula de escape que además sirvió para cuerpear la candidatura del ex gobernador.
Pero en el 2028 la situación sería muy distinta, porque la relación entre Morena y el Verde está fracturada y segundo porque en ese escenario, Maki Ortiz ha reunido a su alrededor a un grupo de políticos que se asumen como la disidencia del grupo en el poder, y que presumen del apoyo del sector morenista que a nivel nacional -encabezado por Adán Augusto López- juega a las vencidas con Claudia Sheinbaum.
Por eso, si bien todavía cuesta poner rostro a la competencia final del 2028, todo apunta a una elección con más candidatos que la del 2022 donde solo hubo tres opciones en la boleta.
Será un escenario muy distinto, en el que sin embargo, si la presidenta y el gobernador mantienen la solidez que han mostrado como mancuerna política, tendrán a la mano la posibilidad de operar una sucesión tersa.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES




