6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

Viaje a China en la bici del morro 

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA 

Si el tiempo de vacaciones le da un poco para usted, úselo haciendo algo de deporte. Yo sugiero la bicicleta que es un instrumento de nuestra conducta obseciba. Hágase ciclista y notará que sobre el asiento de la bicicleta vibra el mundo a regiones ilimitadas del cerebro. La bicicleta transporta el niño que todos llevamos. 

Con el tiempo la bicicleta perfora el corazón de un individuo y lo va llevando. Ese mueble con dos llantas soporta otro cuerpo en ancas. Aguanta un bulto de cemento y un tanque de gas al mismo tiempo. Luego la bicicleta alcanza velocidades extraordinarias cuando va de bajada. Se hacen amigos que en principio no te hablan, conocen la ruta de la montaña en Victoria, llevan años practicando, al día siguiente nadie pregunta si llegaste o no llegaste. Con eso te haces hombre de a deveras. 

Por la noche el pequeño Staff de la memoria trae que a la bici le falla un freno. Tiene que ir con Ochoa, más tarde sale la raza que agarra por el eje víal hacia las colonias de norte, antes de oscurecer, son parvadas de tecolotes. 

Un morro se cayó de la bici. Vi cuando venía vuelto máuser y al intentar una subida voló por los aires. El morro vio la ciudad por primera vez en la vida. Vio su casa de por Soriana Verde, le dio sed cuando nunca le daba, vio que iba cayendo y pensó en los hijos que iba a tener con María. La bici del morro iba cayendo por un lado, la iba viendo como quien ve una bicicleta cayendo. Cuando ambos cayeron al suelo la vida era otra. Y era la misma. Casi no habían avanzado nada. Mejor hubieran pedido un Uber. 

El ambiente entre ciclistas es emotivo y empático luego de un tiempo. Pero un ciclista que se asuma como tal es un lobo solitario. La gente a inventado muchas leyendas de él. Dicen que un nahual juega a las escondidillas con él y por eso se pierde por días. Un puerco espín que lo mordió murió porque se le infectó la muela. El nada más rueda. 

Hay ciclistas y en todos los deportes que caen bien gordos con justificados elementos. Quizás es envidia, pero no fueran tan mamones los vatos: luego luego buscan a la mejor modelo y esta por una brujería desconocida acepta casarse, ella linda, casarse con energumeno sujeto. 

Al rededor del campeón o del líder de la competencia circula un ambiente dando las últimas vueltas al puño de nervios que se amontonan para estallar en un cierre muy corto pero a más de 100 kilómetros por hora. En el arrancadero hay otros ciclistas que fueron a admirar los ídolos que no caminan sino que vuelan. Ven qué casaca trae, qué calzones, tenis especiales, chaleco para caer de ancho entre el pavimento. 

Al rededor de la bicicleta circulan acalorados rumores de barrio, que si la burra perteneció a una riquísima dama de Ribadeneira, que quien iba a pagar una de esas con tres mil a la semana y dos pensiones alimenticias. Pero el sabio propietario calla, como todo ciclista serio que le alcance para dos caguamas para dormirse. 

Ya en ruta el ciclista confirma no recuerdar nada. Va viendo el piso de reojo y se regocija con el suave paisaje de China comunista. Quién lo diría ahora en el oriente, que aquí en esta montaña nublada, encima de la bicicleta de carbono iba a recordar los días de bicicleta ponchada, nomas los rines valen un varo, el suelo es duro aquí en China. 

En la bicicleta, adentro de la mochila el ciclista puede transportar una parte de la casa. Dos libros de Dumas y otro de Mark Twain. Un machete sin filo, un lápiz mordido, un molcajete doblado hacia adentro. Lleva un reposet con un mueble columpio y un sofá cama por si una visita inoportuna, perdón, inesperada. De regreso si usted puede le encargo dos caguamas Indio de ahí del Oxxo. Gracias. 

HASTA PRONTO 

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA 

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