Algo bueno está ocurriendo siempre, en realidad. Como es justo los objetos están dispuestos y acomodados para el pintor José María Velasco. Pienso en todo, como todo el mundo y todo es nada. Aunque nadie piense en mi y no me importe.
Pensar en alguien es más seguro. Y pienso en ti. Para estar más seguro te pregunto de nuevo si eres tú, y sí, si lo eres. Uno ya no sabe con quién habla por estos días. No soy un robot, ni un fantasma, ni un holograma con un chicle de envoltura de la escuela Primaria.
En la crónica inconfundible, el viento me trae tus pasos, en el silencio de fantasmas la soledad arranca el día hecho de palabras. La calle adquiere rostro de tus canciones, de tus juegos y sueños.
Aquí, por si escucho mis pasos. Estoy escuchando los tuyos. Hay un definitivo lapso de sensualidad saber que vienes y que hablas sonriente, con un fragmento de Kipling, con tu actividad intelectual, el interesante diálogo de la vida esta y todas las que surgen cada que uno piensa. El asunto sigue siendo virtual mientras no te mire.
Como comienza un día, la noche dejó su sombra debajo de la respiración de alguien, no te muevas, deja palparte con mis ojos. Si estás aquí, desde ayer estás y desde luego que uno empieza a vivir y es hoy y mañana sin dejar de pensar. El hombre que te ama es este que te escucha. No apagues la compu.
Así como te lo cuento hubo lapsos en los que pensé que te perdía. Siempre recuperándote. De un solo tirón te he querido. A veces el idilio es como un primer golpe que con el tiempo te vas quedando. Es la mano suave.
Con esa fuerza que busca caminar hacia delante y encontrarte, el aire mueve las llamas.
De pronto te acercas a mis brazos, te veo venir. La ciudad es la inmensidad que sale lentamente de ti y nos deja solos. En palabras precisas me vas ubicando en la pequeña pantalla y leo tu nombre, adivino tu avatar, reconozco la incertidumbre de este instante.
Puedo no solamente ver la tarde cayendo en tus pestañas y decirte todo lo que pienso, puedo quedarme callado como quien escucha hablar su propia obra.
Puedo empezar a hablarte de la ciudad ahora que estoy frente a ti y quiero mirarte para responder mis propias preguntas. La memoria es un profeta.
En pocas sílabas llevo tus libros en la mano. Inventé mi existencia cuando no estabas. Pude irme en la diferencia que hay entre uno que escribe y otro que lee.
Sin tener el texto ante los ojos te leo, te fundo, te creo de nuevo adentro de mis oídos, de un modo silencioso, en voz alta. Te estoy leyendo cuando todo es verdad.
Así como te lo cuento fueron los días sin tu voz. Les debo algo a todos. A mis pies, a los brazos, al eslabón que es la poesía. Al trago, a las nuevas tecnologías, a la ceremonia de reírse con los poemas. Tu ausencia es un grupo de personas frente al ordenador. Le hablan inutilmente. Esperemos se hayan arrepentido de sus pecados.
En tus ojos que me miran está la prosa, el sueño que me anima. En tus laderas, el poema visual va más allá de un poema durante un recuerdo. El CPU continúa apagado, ojalá que encienda cuando encienda.
Entro al Facebook con una maleta cargada de viajes desconocidos. Mi interlocutora me dejó en visto. Coach de todo: ¿Qué se hace en estos casos? Yo solo puedo dedicarme una vida. Saldré a la calle un rato, a caminar por los chips, accesorios y tecnología de alta gama que gusten saludarme. Con gusto me presento : Soy Rigoberto desde hace muchos años. No usé bulbos ni transistores, ni GPS por si me pierdo, ignoro si hay refacciones por si me descompongo.
HASTA PRONTO




