Haría bien los morenistas tamaulipecos en atender los llamados reiterados de la presidenta Claudia Sheinbaum a conducirse con austeridad.
Sobre todo, aquellos interesados en competir por algún cargo en el 2027, y ni qué decir, de quienes aspiran a pelear la gubernatura en el 2028.
En la agenda nacional, sobran ejemplos de personajes que han sido señalados por sus viajes ostentosos o sus atuendos de lujo.
Pueden esgrimir muchos argumentos a su favor, e incluso justificar los ingresos que les permitan darse ese nivel de vida.
El problema evidente es que más allá del origen de su riqueza, la líder de su partido -la presidenta Claudia Sheinbaum- ha enviado suficientes señales de su disgusto ante tales derroches.
Su particular estilo de gobernar no se compagina con la opulencia y la pompa.
Basta echar un vistazo a su hoja de vida para entender que la presidenta aprecia la austeridad como un valor fundamental de su proyecto político y de gobierno.
En Tamaulipas el contexto no es muy diferente.
El gobernador Américo Villarreal Anaya también ha apostado a la austeridad tanto en las acciones y las políticas públicas, como en su persona, algo de lo que ya han tomado nota los funcionarios que lo acompañan.
Por eso, por ejemplo, en Palacio de Gobierno era mal vista la forma en la que la ex Secretaria de Finanzas -ni más ni menos que la encargada del dinero público- presumía lujosas marcas en su vestimenta.
Pero no es la única.
En el universo de la 4T tamaulipeca, hay muchas y muchos que también gustan de exhibir su riqueza.
Los aspirantes de Morena que hoy se sienten seguros de su popularidad, harían bien en recordar que la carrera hacia el 2027 y el 2028 será escrutada con lupa.
No solo se evaluarán resultados de gestión, alianzas o estructura electoral; también se pondrá bajo el microscopio su estilo de vida, sus gastos, su forma de relacionarse con el poder y, sobre todo, si son o no consistentes con la austeridad republicana que tanto pregona la 4T.
Claudia Sheinbaum y Américo Villarreal no han hecho estos llamados como una simple línea discursiva para aplaudir en los mítines.
La austeridad que promueven forma parte de una narrativa central que conecta con la base social de Morena, una base que desconfía de la ostentación y que espera que sus representantes vivan de forma similar a como lo hace la mayoría.
En política, los símbolos pesan tanto como las acciones. Un solo video en redes sociales mostrando un viaje de lujo, un reloj de alta gama o una cena extravagante puede borrar de un plumazo meses de trabajo político, como ya se ha visto recientemente en la arena nacional.
Por. Miguel Domínguez Flores




