5 diciembre, 2025

5 diciembre, 2025

Carta para después de no ser leída 

CRÓNICAS DE LA CALLE/ RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

Sé que no leerás esta carta pero la escribo para mañana. Siempre apuesto para perder. La mañana se aferra en recordarte y estoy despierto desde temprano. Las ideas se cruzan en mi mente, el cruce de caminos es un remolino con tu recuerdo. Sé que no oa leerás así que la leeré de nuevo. Luego de algunos almuerzos. 

Yo te bajé del cielo. Del norte de ideas y fantasías, de risas y silencios prolongados en una luz brillante. 

Escribo tu nombre que por cierto es parte de la noche y del día. De madrugada escribo con la luz apagada. Me mueve una canción en los audífonos del pequeño cuarto. Y te pienso.

De todas formas veo los edificios y ando por algunas calles de la ciudad. Quiero imaginarte caminando por ellas con tu paso ligero y sólido. Salgo poco- no por la pandemia- por largo tiempo he preferido resumirme en el arte. Y en todos estos años acumule tu existencia. Es como un libro, como tu cabello y tu risa.

Mañana cuando te vea llevaré también esas flores y la risa que me provocas a boca de jarro con impunidad. Desde temprano te recuerdo y por eso aprendí a dibujarte en una de esas mañanas. 

Escribo poemas que salen a tu encuentro en cuanto pasa el primer verso inesperado, y luego surge otro. Te escribo poemas como si estuviese soñando. Y te sueño. En mi corazón tampoco estás a salvo y te atrapo, unque sea lo contrario y seas tú quien me atrape. 

Estoy imaginando que estás conmigo muy seguido. Que miras por la ventana después de mirarme a mi mirándote a los ojos. Tus lindos ojos tiernos y serenos, sospechosos y negros. Como si tuviesen vida propia, tus ojos ven y me escuchan. 

Estoy aquí: ¿por qué no vienes?, parecen decir y yo escuchar.

Puedo dibujar tus labios difíciles sin usar borrador, a la primera raya, y pensar que esa eres tú, que puedo hablarte. 

Tu persencia es una forma de ser ahora. He cambiado mucho y no sé porqué. Hay una parte de ti que en mí vive. Estoy seguro que tu corazón palpita en mi y por mí respira, igual que yo con el mismo aire. Un día podríamos probar eso ante el notario público.

Estoy mirandote en el espejo y la narrativa va desde tu cara, ovalo con labios pequeños, pequeño lago de cisnes, y otra vez en tus labios la sonrisa sin cortapizas y yo desprevenido escribo que los escribo con los dedos y voy trazando en tu piel mi nombre de arena. Pasas por mi memoria a cada rato.

 También es cierto que te amo y que hay lugares donde el amor aún nos quiere llevar. Soñé todo eso fijate.

De cualquier manera deseaba que supieras que te amo, aunque ya te lo he dicho mil veces. No te lo había escrito de esta manera con timbre, remitente y domicilio. Con tu rostro en el espejo y yo pensándote un rato mientras pasa un gato puedo ver su sombra pasar por el tejado vecino, mientras irrumpes en mi pensamiento que es un pajaro. 

Estoy muriendo amor por ti en esta parte. Con mi poesía de doble raya a renglón seguido. Con mi paso sereno en el pasillo avanzo de tu mano y aprieto fuerte tu pecho hasta que truenan los huesos. Escucho tus pasos que vienen y te confundo en el centro y te persigo de oficio hasta la noche y amanece y te escribo.

Por último en el cierre quedo de ti. Como siempre para recuperarte con anzuelo desde una página virtual entre tanta gente que igual que todos buscan su nombre. Te quiero por eso y por todo, por esto y por lo otro. Desde un árbol te quiero, desde el desierto y la escurrida oscuridad de la madrugada antes que amanezca te quiero.

Desde luego soy ave y vuelo. No sé volar a ras del suelo. Me instalo en un sitio panorámico desde donde pueda verte siempre. Estoy contigo a un lado y puedo hablar a tu corazón.

HASTA PRONTO.

Por Rigoberto Hernández Guevara 

Facebook
Twitter
WhatsApp

DESTACADAS