Donald Trump y Vladimir Putin tuvieron un encuentro personal en Alaska, donde Estados Unidos y Rusia son vecinos muy cercanos; tan solo 3.8 kilómetros entre islas pertenecientes a cada país. El lugar del encuentro fue sorprendente; Putin aceptó entrar al territorio de un país enemigo, que le entrega armamento e información logística, satelital y de otros tipos a Ucrania. El lugar es simbólico porque Alaska era parte de Rusia hasta que se la vendió a Estados Unidos en 1867.
El encuentro se armó con muy poca anticipación y en alguna medida fue una manera en la que Trump escapó de afirmaciones previas; iba a aplicarle más sanciones a Rusia, a China e India el 8 de agosto. Gracias al encuentro pudo decir que no eran oportunas y había que ver el resultado de la conversación directa con alguien que formalmente es su enemigo pero que en lo personal tenían buena relación. Recordemos que, con la venia de Putin, Trump tenía planes de negocios en Rusia, entre ellos otro más de sus grandes edificios, una “Torre Trump”. Es posible que siga teniendo estas ambiciones personales.
La conversación en Alaska duró unas tres horas, algo corto. El vocero ruso había dicho que duraría entre seis y siete horas y Putin y su amplia comitiva llegaron preparados para ese tiempo, incluyendo alimentos y servicio de comida traídos de Rusia. Mientras que Putin, de 72 años, se mostró con mucha vitalidad; Trump de 79 años parecía cansado y, al caminar en el pasillo de la alfombra roja parecía ir en zigzag, con un paso errático.
Ni se conocen los detalles de la conversación personal entre Trump y Putin, excepto que posteriormente el presidente norteamericano revela que el ruso lo elogió repetidamente; o sea que le conoce su punto débil. Trump calificó el encuentro como “de diez”; la máxima calificación posible, como todo lo que el emprende. Es decir según su propia opinión.
Lo que si se conoce son las declaraciones ante la prensa posteriores al encuentro, en la que no se aceptaron preguntas. Aunque fue un encuentro calificado por ambas partes como exitoso. Realmente lo fue en el sentido de demostrar que el dialogo con buena voluntad es posible y necesario; aunque no cae en una confianza sin respaldo en la realidad. Sobre todo Putin que en declaraciones inusitadas para un político, ha dicho que el cometió en el pasado errores garrafales debido a su confianza en la palabra de los gobernantes norteamericanos que pueden cambiar de posición, o engañar, con gran facilidad.
El primero en hablar ante la prensa fue Putin que empezó diciendo que lo más importante de la conferencia seguía siendo resolver las “causas profundas” del conflicto y para llegar a un acuerdo de larga duración era necesario eliminarlas y reestablecer un adecuado equilibrio de seguridad que atienda a las legítimas preocupaciones de Rusia y que también incluya la seguridad de Europa y Ucrania. Espero, dijo, que esto sea entendido de manera constructiva por los líderes europeos y de Ucrania y que no lleguen a acuerdo entre ellos para hacer provocaciones y torpedear el progreso que aquí ha ocurrido.
Putin reiteró su posición invariable: la seguridad de Rusia requiere la neutralidad de Ucrania expresada en su constitución y acuerdos internacionales que prohíban su entrada a la alianza militar occidental (la OTAN), la presencia de fuerzas militares extranjeras y la fabricación o adquisición de bombas nucleares. Además el derecho de su población de habla y cultura rusa a usar su lengua y levantar las restricciones a la iglesia ortodoxa rusa. Otras demandas son eliminar las herencias político-militares del nazismo en Ucrania y suspender las sanciones impuestas por gobiernos occidentales. Lo que incluiría la devolución de las reservas en dólares actualmente congeladas en bancos europeos y norteamericanos.
Putin habló de acuerdos alcanzados en la conversación, y dijo que Trump es muy claro en su deseo de paz y de lo que es lo mejor para su país. Añadió que el anterior presidente despreció todo intento de dialogo con Rusia y que la guerra no habría iniciado si Trump hubiera sido el presidente en esos momentos. A Biden se le advirtió que Rusia no permitiría la expansión de la OTAN a Ucrania. Ahora tenemos que pensar en cómo convivir y ser pragmáticos y positivos en ambos lados.
Nadie tiene, prosiguió Putin, fantasías acerca de que vamos a ser buenos amigos entre europeos, ucranianos, estadounidenses y rusos y todos vamos a estar bien después de este encuentro. Lo que podemos tener es relaciones estables y alejar la posibilidad de una guerra nuclear. Occidente tiene que reconocer que esta guerra no puede ser ganada por Ucrania.
La comitiva de Putin incluyó hombres de negocios para explorar oportunidades de inversión en el comercio, tecnologías avanzadas, incluyendo electrónicas y digitales, exploración espacial y cooperación para explotar el Ártico (aprovechando el deshielo) y las riquezas naturales de Rusia.
Trump fue más conciso: “no hay acuerdo hasta que hay acuerdo”. No obstante señaló que la conversación fue muy productiva aunque siguen existiendo puntos que resolver y ahora hay una buena posibilidad de llegar a un acuerdo. Tras el encuentro llamaría a Zelensky, el presidente ucraniano, y a los líderes europeos. Para el primero el mensaje fue imperativo y claro: haz un acuerdo con Rusia.
Trump y Putin se despidieron de manera muy amigable. Trump agradeció a Putin y habló de un siguiente encuentro, tal vez pronto. Putin respondió hablando por primera vez en inglés: que el próximo encuentro sea en Moscú. Trump contestó que era algo difícil pero le veo alguna posibilidad.
Un cambio de la mayor importancia en la posición de Trump es que se manifestó en favor de una paz duradera, la expresión rusa, y no de un cese al fuego incondicional, lo que piden Zelensky y los europeos.
El encuentro puede verse de manera positiva por haber creado una relación personal sobre la cual seguir conversando.
Sin embargo el encuentro es reportado masivamente en medios europeos y norteamericanos como una victoria de Putin que consiguió manipular a Trump. Se sienten traicionados porque Trump ya no repitió que habría sanciones devastadoras para Rusia y sus aliados, en particular China, India y Brasil; tampoco exigió el regreso de los territorios que Rusia ya incorporó en su constitución como parte del país.
La perspectiva de que Trump fue derrotado en esta conversación está muy equivocada. La aventura de acoso militar para desmembrar a Rusia ya estaba derrotada. Las sanciones que supuestamente habrían de colapsar a Rusia, provocar un levantamiento interno y destruir a su gobierno, fracasaron rotundamente. En el campo de batalla Rusia ya destruyó al ejercito ucraniano al tiempo que minimiza las muertes de sus soldados.
Trump es pragmático, reconoce la situación. Los europeos, siguen insistiendo en posiciones belicosas a las que están políticamente amarrados. Trump dice que esa guerra no es su guerra, sino que es de Biden, y eso le permite escapar personalmente de la trampa de la derrota inminente. Pero si la negociación con Rusia es difícil, la negociación con sus aliados y semi vasallos europeos, y con los halcones de su propio gobierno y congreso, es casi imposible.




