CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Entre árboles centenarios y muros desgastados por el tiempo, se levanta el Panteón del Cero Morelos, el cementerio más antiguo de Ciudad Victoria y uno de los espacios con mayor carga histórica del estado. Declarado patrimonio histórico, este camposanto resguarda los restos de personajes ilustres, leyendas locales y cientos de historias que el paso de los siglos no ha podido borrar.
Fundado en 1752, cuando don Gregorio Pizaña fue la primera persona sepultada, el panteón se convirtió en el principal sitio de descanso de los victorenses por más de dos siglos. En los planos urbanos de 1880 ya figuraba su trazo, y en 1899 fue ampliado hasta alcanzar 130 metros de frente por 180 de fondo, reflejando el crecimiento urbano y poblacional de la época.
Entre sus tumbas más emblemáticas destaca la que en su momento albergó los restos de Pedro Escandón y Cortina, fundador de Ciudad Victoria, recordado hoy con una placa conmemorativa. También se ubica el sitio donde fue fusilado el general Alberto Carrera Torres, cuyas huellas de bala todavía se distinguían en los muros hace algunos años.
El panteón también guarda historias populares, como la de Ismael Garza Flores, “El Quemador”, un judicial temido en su tiempo, cuyos restos descansan en el lugar.
Actualmente, el Cero Morelos cuenta con 11 mil 500 tumbas, de las cuales solo la mitad recibe visitas; el resto permanece bajo maleza y abandono.
Hoy, el panteón está considerado obsoleto, ya que únicamente se realizan inhumaciones a quienes poseen títulos a perpetuidad. Su expansión quedó imposibilitada con el crecimiento urbano del siglo XX, que lo rodeó por completo de viviendas, convirtiéndolo en una isla histórica en medio de la ciudad.
A pesar de su antigüedad, el misterio sigue vivo entre sus muros. Algunos vecinos han reportado la presencia de rituales de brujería con veladoras, muñecos y recipientes extraños, lo que alimenta la leyenda que envuelve al lugar.
Entre los personajes destacados que reposan o son recordados en este cementerio se encuentran don Eduardo Sánchez Camacho, segundo obispo de Victoria; Guadalupe Mainero; Juan B. Tijerina; el doctor José Núñez de Cáceres y el general Joaquín Kerlégano. También sobresale la cripta de la familia Lavín Escandón, construida en 1882 para 21 de sus integrantes, hoy afectada por el deterioro y el vandalismo.
A casi tres siglos de su creación, el Panteón del Cero Morelos continúa siendo un punto de encuentro entre la historia, la fe y el misterio; un lugar donde la memoria de Victoria aún respira, silenciosa, entre lápidas y sombras.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZÓN
