La curiosidad ha sido y seguirá siendo un factor determinante para el despertar del Hombre y para que la Humanidad evolucionara como tal.
Ante todo futuro incierto, la curiosidad hace posible vislumbrar, desde una perspectiva aterrizada en la lógica y la planeación, elementos fundamentales para la supervivencia.
La curiosidad genuina no distingue; es el impulso de todo ser vivo en la búsqueda de respuestas ante aquello que, a veces, resulta incluso falto de explicación.
Pero ¿qué ocurre cuando la curiosidad cae en el simple hecho fugaz, sin respuestas ni mayor interés?
Mejor aún, ¡qué maravilla cuando la curiosidad nos lleva de su mano y nos asoma a mundos inexplorados, en espera de ser descubiertos y, por qué no, disfrutados!
Por si esto fuera poco, cuando la curiosidad va acompañada de sus hermanas, la fe y la esperanza, la cosa se pone mejor. Entonces, y solo entonces, se justifica una búsqueda más consciente hacia un fin más claro e ilusionante: encontrar el verdadero sentido de existir.
Porque entonces, como seres pensantes, tenemos además la capacidad de adaptarnos, siempre desde la curiosidad.
Esta es una invitación a seguir curioseando. ¿Quién sabe? Algo inesperado puede sorprendernos y, tal vez, si tenemos suficiente curiosidad, ¡hasta cambiar la vida!
Por. Xóchitl Camargo




