El año que termina hoy representó, indudablemente, el del mayor reto en la historia de la Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (COMAPA) Sur, el organismo que maneja las redes hidrosanitarias de la zona.
En 2025 se vieron algunas de las consecuencias de la acumulación de una crisis hídrica sin precedentes que casi dejó sin agua a cerca de un millón de habitantes de la conurbación de Tampico, pero también, la culminación de un proceso de lento deterioro en la infraestructura, debido a la falta de mantenimiento adecuado.
Durante décadas, las redes de agua y drenaje, instalaciones y equipos no recibieron el mantenimiento adecuado u oportuno, pues, aunque se hicieron inversiones para resolver los problemas que a su vez se arrastraban del pasado, eran insuficientes.
Pero este año, los efectos de la crisis de la sequía extrema y la desecación natural del sistema lagunero se combinaron con lo que les decía, la conservación inadecuada de sus redes.
Fue cuando comenzaron a aparecer socavones en las calles de Tampico, Ciudad Madero y Altamira, a razón de varios por día en muchas ocasiones. Las menos, era uno diario, de acuerdo con los registros oficiales.
Y aunque se hicieron esfuerzos notables para enfrentar el problema, fue creciendo porque tanto las condiciones del suelo como de la línea de conducción de agua y de desalojo del drenaje, así como de equipo viejos que tenían hasta 45 año sin recibir trabajos de conservación.
Como inclusive lo reconoció el secretario de Recursos Hidráulico, Raúl Quiroga Álvarez cuando encabezó una conferencia informativa con el gerente general del organismo, Francisco González Casanova, así como con los alcaldes de Tampico, Mónica Villarreal Anaya y de Madero, Erasmo González Robledo, la crisis de los socavones puso a prueba la capacidad operativa de la Comapa Sur.
El reporte oficial fue de 267 hundimientos en diferentes sectores de Tampico, Ciudad Madero y Altamira, lo cuales fueron atendidos mediante el trabajo de cuadrillas de personal que, pese a los esfuerzos, tuvieron problemas para darse abasto en la reparación de las tuberías rotas, la contención de las fugas de agua y drenaje, así como para recubrir los hoyancos.
En estas tareas, además del apoyo del gobierno estatal a través de la Secretaría de Recursos Hidráulicos y de los Ayuntamientos de Tampico y Madero, la Comapa Sur pudo resolver directamente 168 hundimientos ubicados en calles de sectores como Tancol, Villahermosa, Lomas del Chairel, Campbell, Allende, Primero de Mayo, Carmen Romano, El Charro, Tamaulipas, Cascajal, Unidad Nacional y Lázaro Cárdenas.
Parte del tamaño del reto que enfrentó este año el organismo se deriva de la enorme cantidad de socavones en las calles de los municipios conurbados, además del costo que implica realizar las reparaciones, el tiempo perdido, las afectaciones a los habitantes y, por supuesto, la molestia ciudadana que se manifiesta de diferentes maneras.
No obstante, aplicando esfuerzo y capacidad técnica, además de un plan eficiente para resolver el problema, la Comapa Sur pudo cumplir con el plan de avanzar en la reparación de la cantidad de hundimientos que se propuso para este año y que, evidentemente, fue el principal reto al que se enfrentó.
EL CIERRE DE UN AÑO SANGRIENTO
Este año, el primero de la presidenta Claudia Sheinbaum, no fue diferente en cuanto al saldo rojo. Los homicidios dolosos siguen siendo un problema grave que afecta la percepción de inseguridad de los mexicanos.
Sus cifras son casi iguales a las que prevalecieron en todo el sexenio del compañero Andrés Manuel y eso no es bueno, pues, aunque la presidenta Sheinbaum decidió romper con la nefasta tendencia que tuvo en sus seis años de administración López Obrador, las cosas no cambian en ese rubro.
De manera silenciosa, sin confrontar públicamente la política del compañero Andrés Manuel, de repartir abrazos a los delincuentes, en vez de aplicarles la ley, como era su responsabilidad, Claudia decidió darles un giro suave a esas acciones.
Y si bien, el combate a los grupos criminales que trasiegan estupefacientes a Estados Unidos pareció al principio ser por fin algo firme, eso se perdió en cuanto comenzó a aflorar y estalló el escándalo del huachicol fiscal.
Las implicaciones políticas, más que las económicas, fueron lo que movió a la acción a la presidenta, a través de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana a cargo de Omar García Harfuch.
Hasta el lunes, el registro de homicidios dolosos era de 31 mil 816 en el primer año de Sheinbaum, es decir, desde el 1 de octubre de 2024 al 29 de diciembre de 2025, un promedio de 70 personas asesinadas diariamente en todo el país.
De acuerdo con TResearch, una empresa dedicada a la medición y elaboración de tendencias de temas sociales y económicos en México, las cifras de este delito se mantienen altas, aunque ligeramente por debajo de lo que cerró el sexenio de López Obrador. Claro, a final de cuentas eso no dice mucho cuando los muertos siguen apareciendo.
Ahora, el combate al crimen organizado ya no se dirige hacia los grupos que comercializan sustancias ilícitas, al menos en la narrativa, pues su lugar lo ocupan ahora las redes privadas y públicas de quienes se dedican al huachicol fiscal, delito que le deja millones de pesos en pérdidas al fisco.
Pero más allá de eso, por lo delicado que resulta para el régimen el impacto político, el tema se ha suavizado en las últimas semanas porque hay otros temas igual de importantes que ocupan espacios relevantes en la agenda política del país.
Como sea, 2025 se va y el cierre del año es igual que como los doce meses anteriores: Sangriento, con muertos regados por diferentes estados del país, con la impunidad de quienes siguen delinquiendo.
ESCOTILLA
El fin de año nos da la oportunidad de hacer una evaluación de lo realizado en estos meses, de reconocer lo que faltó por lograr y de celebrar las victorias. Una de ellas, es haber llegado hasta aquí, con buena salud, amigos y familia.
A quienes este año me acompañaron en este espacio, mi gratitud por seguir y para todos, mis mejores deseos de que 2026 sea todavía mejor. ¡Feliz Año Nuevo!
Por. Tomás Briones




