31 diciembre, 2025

31 diciembre, 2025

Gracias 2025, bienvenido 2026

RAZONES/ MARTHA IRENE HERRERA

Aún faltan unas horas para que termine el año. Es momento de dejar un poco de lado las compras, los estrenos y todo aquello que nos mantiene ocupados, para detenernos y hacer un balance del 2025. ¿Qué tan profundo? Eso dependerá de cada quien: de sus vivencias, de sus propósitos, de su experiencia y de su aprendizaje. Y, ante todo, no olvide agradecer —cualquiera que sea su creencia religiosa— a Dios, por haber llegado hasta aquí.

Hacer un balance no siempre es sencillo. A veces cuesta poner en palabras lo vivido, entender lo que dolió o darle sentido a lo que cambió. Para mí, escribir ha sido una forma de hacerlo: de ordenar ideas, de procesar emociones y de encontrar, en medio del ruido cotidiano, pequeñas razones para detenerme y reflexionar.

Así nació Razones: como un espacio para pensar en voz alta, para compartir reflexiones sin la pretensión de tener respuestas absolutas. Comenzó hace algunos meses, sin grandes expectativas, pero con la convicción de que detenernos a pensar —en medio de la prisa diaria— sigue siendo necesario.

Escribir y publicar también implica exponerse. Cada texto lleva algo de quien lo escribe y se entrega sin saber del todo cómo será recibido. Aun así, decidí hacerlo desde la honestidad, confiando en que la reflexión compartida, cuando es genuina, siempre encuentra eco en alguien más.

Una de las sorpresas más bonitas de este proceso fue descubrir que las primeras columnas comenzaron a compartirse. Ver que familiares, amigos, contactos y conocidos hacían circular esos textos fue algo que no esperaba y que me dejó una sensación profundamente grata.

Saber que lo que una escribe puede resultar útil, interesante o incluso informativo para alguien más confirma que la palabra sigue teniendo sentido. Que del otro lado hay alguien leyendo, pensando o sintiéndose acompañado, vuelve valioso el ejercicio de escribir.

El 2025, hay que decirlo, no fue un año sencillo. No conozco a alguien que lo describa como fácil. Para muchos, los desafíos llegaron desde distintos frentes, pero el cansancio, la incertidumbre y la necesidad de resistir fueron sentimientos compartidos.

Cada quien enfrentó sus propias batallas, visibles o silenciosas. Algunas se resolvieron, otras siguen en proceso. Pero incluso en los momentos más complejos, este año nos obligó a mirarnos con más honestidad y a reconocer nuestras propias capacidades.

El año que viene no promete ser distinto en cuanto a retos. Seguramente traerá nuevas pruebas, pero también oportunidades y aprendizajes. Porque así es la vida: un equilibrio constante entre lo que cuesta y lo que enseña.

En lo personal, el 2025 me llevó a cerrar capítulos importantes. Cierres que no siempre fueron fáciles, pero sí necesarios. Aprendí que soltar no es perder, sino hacer espacio para lo que sigue.

También implicó empezar de cero en algunos aspectos de mi vida. Volver a mirarme, redefinir prioridades y aceptar que los comienzos no siempre llegan cuando uno los planea, sino cuando uno está listo.

Las lecciones aprendidas fueron muchas, tantas que superan —con mucho— lo que habría obtenido pagando los mejores cursos de coaching. El aprendizaje vivido, el que duele, sacude y transforma, deja huellas mucho más profundas.

Llegar al final de un año también implica aceptar que no todo salió como lo imaginamos. Que hubo planes que cambiaron, decisiones que dolieron y rutas que se modificaron sobre la marcha. Aun así, seguimos aquí. Con menos certezas quizá, pero con más conciencia. Con heridas que empiezan a sanar y con una mirada distinta sobre lo que realmente importa.

Los años complejos suelen dejar aprendizajes silenciosos. Nos enseñan a valorar lo esencial, a distinguir lo urgente de lo importante, a poner límites y a cuidar mejor de nosotros mismos y de quienes nos rodean. No siempre lo entendemos en el momento, pero con el tiempo descubrimos que cada experiencia deja algo que nos prepara para lo que viene.

Si hemos llegado hasta aquí, somos bendecidos. Hay un propósito supremo para nuestras vidas, incluso cuando no logramos entenderlo del todo. Hoy toca mirar hacia adelante con las mismas ganas y la misma emoción que descubrimos este año que está por terminar. Que las personas indicadas siempre nos encuentren, que las equivocadas nos pierdan y que las que amamos siempre se queden.

A nombre propio como parte de la gran familia de Expreso – La Razón, quiero desear a nuestras lectores un año lleno de salud, de vida y de momentos de calma. Que no falten los aprendizajes, las oportunidades y la fortaleza para enfrentar los retos, pero tampoco la capacidad de disfrutar lo simple y de agradecer cada paso del camino.

Por. Martha Irene Herrera

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