20 abril, 2025

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Vacunas

Laberintos de poder

Quino, el genial argentino autor de la serie de Mafalda, pone en boca de Manolito, otro de sus extraordinarios personajes, una frase que debería ser una especie de lema personal para todos.

“Si no aprendes”, le dice Manolito a un lloroso Guille, el hermanito de la pequeña, después de romperle un juguete al primero, “a valorar las pequeñas ganancias de las grandes pérdidas, vas a sufrir mucho en este mundo…”

Hoy, esas palabras deberían ser valoradas en toda su dimensión por el presidente Enrique Peña Nieto y su equipo de colaboradores, en medio de la agitada tormenta que lanza el barco federal de un lado a otro y que hasta ahora ha dejado como balance el peor descenso en la confiabilidad social hacia el gobierno peñista.

¿Cómo podrían lograr eso?

En la modesta opinión de su servidor, aunque en el trágico contexto nacional pueda parecer una trivialidad, siguiendo precisamente al pie de la letra el consejo de Manolito.

Intentaré explicar esta visión.

Si bien las circunstancias que hoy aquejan a la administración federal son verdaderamente preocupantes y conllevan un alto riesgo, también arrojan una ventaja —pequeña  ante las grandes pérdidas pero importante— en materia política para los objetivos políticos del Presidente, sintetizada en una palabra:

Tiempo.

En la antesala de la que se dibuja como la madre de todas las batallas electorales para el proyecto del mandatario, que es la búsqueda del control mayoritario del Congreso de la Unión, el tiempo podría jugar aunque no lo parezca, en su favor.

¿Por qué?

Porque el Presidente tiene, precisamente, tiempo.

Tiempo para aplicar una vieja estrategia que por lo general deja a sus practicantes buenos resultados, bautizada en términos políticos y primordialmente electorales, como “vacunación”.

Todos los señalamientos, todas las acusaciones e imputaciones, si no suceden cosas peores, estarán diluyéndose en la opinión pública más tardar en los inicios del 2015, ante el natural cansancio social que sobreviene al “más de lo mismo”.

Y el tiempo vuelve a mostrar su inmenso valor. Si lo que hoy azota al gobierno federal se presentara uno o dos meses —claro que podría suceder algo semejante— antes de las elecciones para renovar la Cámara de Diputados, sería lo mismo que escribir el epitafio de las reformas estructurales del país. Podría el Presidente y amigos, irse a casa, porque el sexenio habría terminado en tres años.

Se abre entonces, un espacio oxigenante para el gobierno federal en el que podría resolver entuertos, responder a imputaciones, invalidar infundios y sobre todo, satisfacer con resultados la legítima demanda de los agraviados en el caso de los muchachos desaparecidos en Iguala.

Con esa pálida luz en el firmamento peñista, queda una pregunta:

¿Tendrán el Presidente y compañía la capacidad para aprovechar esa dorada oportunidad?

Twitter: @LABERINTOS_HOY

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