La inestabilidad en el mercado petrolero mundial pone de manifiesto que, aunque en México se aprobaron reformas históricas que permitirán un mejor aprovechamiento de nuestros recursos naturales, ello no significa que durante todo este tiempo, el mundo también estuvo cruzado de brazos.
Y cuando el tema energético se ubicaba como el tema del año, se observa el colapso global del precio del barril de crudo y la mezcla mexicana ha perdido más del 50 por ciento del máximo valor en el que estuvo en el año.
Es cierto, la aprobación hace unos meses de las leyes secundarias de la reforma energética fue el punto de partida para la transformación del sector más estratégico en el país y en regiones específicas como Tamaulipas.
Por su posición geográfica, la riqueza potencial de sus recursos naturales y la infraestructura estratégica con la que cuenta nuestro Estado está llamado a ser el jugador más relevante en este proceso de desarrollo que se estima tenga una duración de 47 años, según las estimaciones que hay sobre reservas de hidrocarburos en la tierra y en el mar tamaulipeco.
Pero también hay que entender en una primera instancia que la reforma energética no viene a vender sueños sino a superar deficiencias y limitaciones para aprovechar oportunidades. Peor aún, es creer que porque aquí se cambian las cosas, el mundo entero no ha cambiado en todos estos años.
Sólo Estados Unidos dejará de importar petróleo en unos años porque está migrando hacia energías más sofisticadas.
Es cierto que se abre el sector a la extracción, la transformación y la logística de hidrocarburos, pero el primer barril de petróleo sólo sería una realidad en no menos de 5 años y las tarifas de electricidad no van a bajar el mes inmediato a la aprobación de la reforma. Tampoco es un tema de crear expectativas donde no son lo que muchos dicen.
Lo que sí, es que la definición de reglas claras darán más certeza jurídica a los inversionistas, lo que permitirá una cascada de inversiones en una primera etapa, tan sólo en el mantenimiento y reconfiguración de la infraestructura energética instalada en Tamaulipas.
Además, hoy en día el sector energético tiene contempladas inversiones públicas por 47 mil millones de pesos en Tamaulipas de las cuales, este año apenas están autorizadas 10 mil millones y en 2015, el primer año de la entrada en vigor de la reforma se invertirán en Tamaulipas cerca de 4 mil 700 millones de pesos, 32 proyectos petroleros y de electricidad que ya cuentan con presupuesto y registro y que forman parte de una estrategia de inversión pública valorada en 77 mil 174 millones de pesos programados por el Gobierno Federal en los próximos años.
Sin embargo, no hay que olvidar que Nuevo León que no tiene el petróleo ni el gas de Tamaulipas, tiene el doble de ingenieros matriculados en sus universidades y desde hace varios meses cuenta con un agencia dedicada a gestionar los asuntos del sector al igual que Coahuila donde Rogelio Montemayor, ex director de Pemex, encabeza a grupos de empresarios, académicos y funcionarios ya organizados.
Bajo este contexto de oportunidades y retos, el panorama sigue siendo complejo.
En Tamaulipas, los actores públicos que tienen en la entidad una agenda política y de gestión en el tema energético tendrán que activarse.
Primero porque menos ventas de petróleo significan menos ingresos para el país lo que podría limitar la inversión pública del próximo año. Segunda porque si bien la Secretaría de Hacienda ha dicho una y otra vez que más allá de la volatilidad de los precios del petróleo, las coberturas contratadas por el Gobierno mexicano garantizan la estabilidad de las finanzas nacionales, también es cierto que Hacienda no le ha atinado a nada en este año y la historia de ‘catarritos’ que después se convirtieron en neumonías es ya legendaria.
En suma, ya que estamos involucrados en el tema energético, no hay que perder de vista el comportamiento de este sector porque todo apunta a que cuando aquí en México cambiaron las reglas del juego, en el mundo cambió el juego completo.
(www.adanmoctezuma.mx)