6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

Aquimichú

Laberintos del poder

Como casi siempre sucede, las definiciones del Partido Revolucionario Institucional, en este caso sobre sus aspirantes a una diputación federal, concentraron la atención del entorno político tamaulipeco.

Después de la maraña de dudas, rumores, versiones y símiles prácticos de la célebre canción de la burrita “Aquimichú” —da dos pasos pa’delante y otros tantos para atrás— el tricolor al fin dio a conocer los nombres y apellidos de quienes buscarán en su nombre, por la vía del voto directo, una silla en la Cámara Baja del Congreso de la Unión.

La pregunta personal es:
¿Para bien o para mal?

Si me permite, le diré el porqué de mis dudas al respecto.

El PRI cumplió en estricto apego a su reglamento interno, con el reparto igualitario de oportunidades para hombres y mujeres. Aplausos entonces, por el acuerdo alcanzado para lograr un consenso en ese sentido, el cual habla de la recuperación de un valor que el Revolucionario había perdido o por lo menos se había desteñido en sus procesos particulares: la disciplina.

Pero esa perfecta equidad de género, lamentablemente se construyó por decreto, no como sería deseable, por aptitudes. Vamos, ni siquiera por trayectorias.

No quiero citar nombres para no herir susceptibilidades o despertar resentimientos: No es mi objetivo ni mucho menos, pero en honor a la verdad, entregar candidaturas por la etiqueta “Hombre o Mujer” es un error que podría pagar caro el priismo en su intento de ser la primera fuerza global en la Cámara de Diputados. Y lo juro: no existe el menor atisbo de misoginia en esta opinión.

El balance sobre éxitos y fracasos por esa estrategia lo dará la jornada electoral. Pero desde ahora, el marasmo e indiferencia con los que la ciudadanía y hasta la propia militancia del PRI han seguido este proceso, permite asomarse al sombrío panorama de un marcado abstencionismo.

Y mal pensado, tal vez eso es precisamente lo que busca el Tri…

DESAYUNO, COMIDA
Y CENA
Derivado de la actividad electoral, me parecen en mi modesta opinión, muy acertadas las designaciones del gobernador Egidio Torre Cantú en las secretarías que registraron reemplazos en sus mandos.

Son Jorge Ábrego y Fernando Salinas, ahora secretarios de Finanzas y de Administración respectivamente, dos servidores públicos enteramente entregados al trabajo de trinchera, desde soldado a General. Sin duda alguna, otorgarán sin excepción cada minuto de su tiempo a su encomienda, alejados de los mareos que suele ocasionar la política electoral. No pudieron ser mejores los perfiles de ambos para la tarea que tienen bajo su responsabilidad. En cuatro palabras, son garantía de cumplimiento.

El caso de Antonio Martínez Torres en la Secretaría de Desarrollo Social es punto y aparte. Sin menoscabo de su capacidad, el problema del ahora titular de la SEDESOL estatal es no moderar sus declaraciones, cuya muestra inicial ya la dio al apuntar que esa Secretaría no será escenario para aspiraciones políticas.

Por Dios Don Antonio, si esa actividad es su desayuno, comida y cena, sin contar entremeses y postres.

Me parece que para esa advertencia podrían existir dos explicaciones:
Una es que el Secretario no sabe a qué llega en ese cargo, lo cual es inaceptable para quienes lo conocemos, con lo cual se podría decir que Toño, como lo conocen sus amigos, juega el voluntario papel de ingenuo de la película. La otra, que es peor, es que sí lo sabe y a los que quiere hacer tontos es a los tamaulipecos…

Twitter: @LABERINTOS_HOY

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