He andado para arriba y para abajo. Y he perdido algunas crónicas por andar en todo. Esto es pintar y escribir que es el trabajo elemental, e impartir algunos talleres en mi sitio del 16 Matamoros y en algunas ciudades de Tamaulipas. El miércoles estuvimos en Matamoros, en un taller literario y lectura de poemas de mi reciente antología TODOLOCURA, este taller se realizó en el Museo Casa Mata, a instancias del Ateneo José Arrese, reunidos con un grupo de nóveles poetas y escritores , participantes de un taller dinámico que alterna lo plástico con lo literario. No hay mayor placer que aplicar nuestras experiencias culturales y de viaje en la confrontación y reflexión sobre el arte y la literatura. Andar para arriba y para abajo en esa combinatoria que dinamiza la existencia para quien escribe y pinta como yo, y para quien no pinta y no escribe, llevarles la frescura de las letras, por su lectura y sus formas.
Creo que el tiempo del 2015 ha arrancado bien y es la continuidad de un trabajo, en un empeño intelectual y práctica de lo que hemos aprendido. Enseñar lo que se sabe e investigar sobre aquello que deseamos conocer. Experiencias que trasmitimos con sumo placer. Escuchamos a la mesa a jóvenes narradores, jóvenes no tanto por su edad sino porque se inician en las dunas de las páginas en caminos de creación que no sabemos a dónde van a parar. Escribir, iniciar unas letras, completar un párrafo, armar el contenido y el formato de las letras, no es nada fácil. Maravilloso entender los caminos que la imaginación nos ofrece, a partir de las experiencias de autores como Julio Cortazar, Vargas Llosa o Gabriel García Marquez, es la locura, la expansión del sentimiento y la inteligencia de las letras.
Se busca y se encuentra. Se encuentra en este grupo de jóvenes narradores, como dice la jerga, de ambos sexos, que se lanzan a esta aventura de escribir. Contribuir a este trabajo por medio de la experiencia estética del arte como objeto y causa de imaginación es una puerta a la alegría del que inicia una aventura sobre las páginas blancas, el horizon del cuaderno que nos lleva a lo impredecible y al encanto de las letras para escuchar de cerca el canto de las sirenas, como el Viejo Ulisses lo hizo para llegar a Itaca.