De paso apresurado, de orejas tendidas como antenas urbanas, de saco, en la barra de la cantina del 16 Ocampo, el abogado Armando Patiño Loya, recrea los espacios para el cine de Victoria como una tesis doctoral invadida de conocimientos, gratitudes y belleza del arte en las memorables salas cinematográficas. Aficionado al cine desde muy niño, se desenvolvió en el casco urbano donde confluían los tres históricos cines: El Alameda, el Obrero y el Regis, que triangulaban el primer cuadro citadino. Armando Patiño Loya recreó así su niñez y juventud, atesorado por las maravillosas películas norteamericanas y mexicanas.
Este marco histórico de la pantalla de plata, acicató su afición y talento como cinéfilo y espectador creador. Sus estudios universitarios de la Ciudad de México, desde el Cine Club de la Escuela Nacional Preparatoria número 9, hasta su paso por la Facultad de Derecho de la UNAM, para graduarse de abogado. En este marco, el oleaje de su cinéfilia capitalina, enriqueció su visión y buen gusto por el gran cine. A su regreso a Victoria acrecentó su colección de carteles de cine, más de tres mil, con una mirada elocuente sobre el cine del mundo, convirtiéndolo en uno de los coleccionistas más importantes de carteles del cine norestense y en una enciclopedia viviente sobre los cines y películas en Victoria.
Gracias a Patiño, conocimos los mejores y bellos cartelones del cine de oro mexicano y Hollywood. Verdaderas perlas, con los grandes actores, protagonistas del cine y transformadores de la cultura contemporánea.
Experto en hablar al revés, sus palondrimias son espectaculares y su rápida adopción como juegos de lenguaje. Siendo un dominador de su cerebro izquierdo como manipulador del lenguaje. Simpático, agradable, Armando Patiño se convirtió así en todo un personaje del cine local, en un erudito del séptimo arte.
Su reciente libro «Una ciudad, un siglo y un arte», edición personal, es un trabajo elocuente, apasionado, de su conocimiento del cine victorense. Actores, sitios, películas, aglutinan maravillosas vivencias que nuestro amigo Armando comparte con nosotros, querendones de nuestra ciudad capital. Desde el cine de pulguita del Regis, hasta el cine Obrero, totalmente abierto y el selecto cine Alameda, un clásico del cine de películas norteamericanas, hasta el majestuoso Cine Juárez, que aún contiene el encanto de los murales ocultos de X. Peña, el extraordinario muralista mexicano que la UAT mantiene aprisionado en los muros del olvidado recinto.
«Una Ciudad, un Siglo y un Arte, Historia de los cines de Victoria», es una venturosa aportación de este ciudadano ejemplar; Armando Patiño Loya, orgulloso y generoso amigo de la vitalidad. Un libro que forma parte ya del atlas victorense.




