Soñaron con ser héroes y terminarán, todo lo indica, como villanos.
Son los presidentes municipales de Tamaulipas, a quienes no les sirve de consuelo que la tragedia que se les viene encima la compartirán con autoridades similares de otras latitudes del país. Y no mitiga su pena esa convicción, porque al lado de ella cabalga una certeza: están condenados a ser los malvados de la película.
Una película, como rezan ese tipo de filmes, basada en hechos reales.
El pronóstico tiene fundamento.
La raíz está en el desplome en los precios del petróleo, cuyo impacto de acuerdo a los expertos en la materia se resentirá de manera casi brutal al terminar este año. Específicamente, en el mes de noviembre, cuando las aseguradoras paguen la diferencia por las pérdidas sufridas, pero también cuando, si no mejora el precio del crudo, no renovarán esos contratos de protección. Y surgirán inevitables los indeseables recortes.
¿Y por qué los alcaldes serán quienes carguen con la culpa?
Bueno, dos explicaciones aparecen en este escenario.
La primera se deriva de que una gran parte de los ediles, especialmente en los municipios pequeños, no están preparados para manejar una crisis de esa naturaleza y tamaño. Apenas entienden el manejo de un presupuesto que en condiciones normales jamás alcanza, por lo cual no tienen idea de cómo aplicar un programa de austeridad donde ésta es precisamente la que norma su gasto original. Para ellos, el ahorro en lo que apenas sirve para sobrevivir es una condena a la miseria.
De esa realidad, parte la segunda explicación de la futura debacle de los presidentes municipales.
Puede usted escribir desde hoy, que esta generación de jefes de comuna será en nuestro Estado la más saturada de cuentas públicas irregulares en las últimas décadas.
La razón de ese sombrío panorama en los municipios descansa en lo que se denomina “etiqueta” de las asignaciones presupuestales. Cada peso tiene un destino manifiesto que en estricta aplicación de la ley no puede ser desviado a otro rubro, aunque éste también sea de beneficio común. No es una infracción simple, sino un delito con todas sus letras.
Esa definición radical de los recursos, júrelo, será lo primero que tendrán que olvidar los alcaldes. Me atrevo a asegurar que casi todos tendrán que pasarse por el arco del triunfo esas etiquetas y ante la falta de dinero para resolver sus urgencias locales, aplicarlo sin pedir protocolarias autorizaciones engorrosas que cuando se conceden, si las conceden, ya es tarde para responder a una necesidad básica del municipio y de sus habitantes.
Y las violaciones a la ley caerán en cascada. Los presidentes están obligados a resolver emergencias y lo harán, en uso de una vieja y sabia frase popular<; Es mejor pedir perdón, que pedir permiso… LA ÚLTIMA PALABRA La impugnación que presentó Agustín Chapa ante la Comisión de Asuntos Internos del Comité Ejecutivo Nacional panista, contra la designación de César Verástegui como dirigente del Partido en Tamaulipas, tiene más miga de la que algunos aprecian. La razón es el padrinazgo del senador Francisco Javier García Cabeza de Vaca sobre Verástegui, conocido popularmente como “El Truco”, lo cual ahora se combina con lo que no esperaba esta corriente política, que es el retorno al poder azul de Gustavo Madero. Y todos lo sabemos: Madero mantiene en la mira a Cabeza de Vaca. No olvida que éste apoyó a Ernesto Cordero para desafiarlo en el Senado. Y por supuesto, todo lo que huela al cornilargo, es un aroma ingrato para Gustavo. Manténgase pendiente: no se escrito la última palabra en este caso… Twitter: @LABERINTOS_HOY




