Atrapados en la burbuja natural que los excluye, protege o desprotege, aleja y limita, los ocho precandidatos del PRI corren el riesgo de caer en el garlito que les venden sus cercanos, sus neocuates y la manada de ‘analistas’ y asesores que buscan espacio en los proyectos futuristas, de que la tienen ganada y que los de enfrente no tienen nada que hacer el 7 de junio.
Así es mis queridos boes, cada que uno se sienta en las mesas donde hay más de un priista buscachamba, el diagnóstico sobre la elección que está en proceso es la misma: está difícil pero se va a ganar.
Los argumentos son tan superficiales que enternece escucharlos, porque están desde mi punto de vista, basados más que en las circunstancias reales en deseos personales.
Lo primero que se esgrime cuando un candidato tricolor les pregunta cómo ven la elección, es que los panistas están bien divididos.
Pues bien, hay que decir que eso se dice en cada elección, los panistas siempre están divididos, los panistas si se pelean de verdad, sus broncas internas duran años y algunas figuras importantes del blanquiazul se mueren antes que volver a dirigirse la palabra.
Luego viene el segundo argumento: los panistas perfilan muy malos candidatos, mujeres débiles, hombres sin experiencia.
Casi siempre ha sido así, los panistas tienen muy pocas oportunidades de escalar en la escena de gobierno, incluso en los 12 años que gobernaron el país, las figuras tamaulipecas encumbradas eran pocas y en la entidad nunca han sido gobierno.
Y tercero: en las elecciones intermedias históricamente el PRI siempre gana, por eso no hay de qué preocuparse.
Estoy seguro que Paloma Guillén, Esdras Romero, Alejandro Guevara, Miguel González Salum, Édgar Melhem, Esther Camargo y hasta Chuchín de la Garza y la otra chica de Nuevo Laredo de nombre difícil de escribir han recibido el mismo diagnóstico de sus amigos de campaña y hasta de un puñado de periodistas.
Pero la realidad es otra, porque como lo decía más arriba, los panistas divididos, con candidatos desconocidos y en elecciones intermedias o no han ganado la mayoría de las diputaciones federales por Tamaulipas en las últimas dos contiendas.
Mal haría el PRI de Rafael González Benavides para su causa creer lo que sus cuates que intentan quedar bien menospreciar el poder por ejemplo de las redes sociales, que tienen una campaña permanente contra su partido y en especial contra el Presidente de la República al que le dicen de todo.
Mal harían en desdeñar el daño que le pueden hacer a sus candidatos los escándalos de corrupción en que se han visto envueltos desde la pareja presidencial con sus casas caras hasta los ex gobernadores como José Murat y sus posesiones en Estados Unidos.
Muy mal harían en seguir culpando a los dos expresidentes panistas de la ola de inseguridad que no se ha ido del país, porque la promesa era que los tricolores sabían cómo volvernos a la paz.
El análisis serio que el PRI y sus candidatos tienen que hacer es con todo lo anterior, sin los textos floridos que se leen firmados por asesores que sólo buscan no perder la chuleta.
Ese análisis debe entender que hay un voto antipriismo que ha ido creciendo en las últimas elecciones y que contra éste tienen que trabajar.
Bueno, hay análisis en el PRI entregados por asesores de tres pesos que les indican que no se preocupen porque a los votantes no les interesa la elección intermedia y que si no hay muchos votos la tienen ganada.
Y otro que hasta como broma les indica que manden bombardear las nubes el 7 de junio para que llueva y los ciudadanos sin partido no salgan a votar, que porque cuando lo hacen votan por el PAN.
Insisto, el PRI de Rafa tiene que ser bastante serio a la hora de escuchar a esos que les venden espejos chinos, que intentan agradar a sus oídos, que en base a la repetición les quieren convencer de que diciéndose ganadores antes de tiempo lo serán el día de la votación.
El PRI además tiene que prepararse con simpatías suficientes y muy sobradas para contrarrestar un cambio de ánimo colectivo de los tamaulipecos el día de la elección o en la víspera, porque la intención del voto se puede invertir de la noche a la mañana.
Me refiero a que si el día ‘D’ o uno antes llueven balas o hay incidentes de gran impacto en el tema de la inseguridad, los partidos de oposición pueden capitalizarlos y eso significaría una tragedia para el tricolor.
Ha ocurrido, recordemos por ejemplo la víspera de algunas semanas santas en el sur de Tamaulipas, con reservaciones al cien por ciento, de pronto han llovido balazos y los visitantes no llegan y los locales tampoco salen y se dedican a despotricar contra la autoridad.
A eso me refiero a que el PRI tiene que tomar en cuenta todas las posibilidades que le pueden llevar a la derrota.
Es cierto, supongo que a los ocho precandidatos les caen muy bien las alabanzas, los poemas que a diario se les dedica en análisis por encimita y centaveros, allá cada uno de ellos si se deja convencer y se echa a la hamaca, las consecuencias se las pueden comentar: Fernando Azcárraga, Sergio Posadas, Yanin García y al resto que por confiados mordieron el polvo.
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