En múltiples ocasiones he señalado que una nación no se construye de una sola vez y para siempre. Se requiere de un esfuerzo permanente, cotidiano para fortalecer en los niños y jóvenes, los principales valores que le den sustento y sentido. Es exigible renovar y reafirmar estos principios ante las nuevas circunstancias y desafíos en un mundo de constante cambio.
Soy partidario de impulsar el trabajo académico, he participado en largas jornadas para hacerlo en las universidades en que he tenido oportunidad de trabajar con jóvenes, y he observado la necesidad de fomentar una Educación Cívica que sea capaz de construir una sociedad digna.
Puedo asegurar que contribuir a la educación de la niñez y la juventud es un medio eficaz para colaborar en el engrandecimiento de nuestro país; me he pronunciado a favor de una educación integral que no sólo se dicte en las aulas a partir de normas, teorías y patrones de enseñanza, sino también, a partir del compromiso de padres y sociedad en general, fuera de las aulas, ya que la mayor parte del aprendizaje de niñas, niños y jóvenes se realiza a partir del lenguaje no verbal, aprenden del ejemplo, de manera visual y auditiva. Es evidente que hoy enfrentamos desafíos que involucran descomposición social y olvido de valores universales esenciales. Vivimos en constante inseguridad, estrés y ansiedad.
Tenemos que enfrentar y superar desafíos que se interpongan en el desarrollo y engrandecimiento de la nación, no permitamos que los malos entendidos y las intransigencias nos desgasten inútilmente, encontremos en la diversidad nuestra mejor fortaleza.
Por ello, nuestra niñez y juventud, deben encontrar en sus padres y maestros el mejor ejemplo, es indispensable que los valores éticos se vivan, se ejemplifiquen y se integren al desarrollo de nuestros hábitos día a día, con acciones sencillas que formen parte de lo cotidiano.
La Educación Cívica, es fundamental en las aulas, se debe conjugar disciplina y estudio de los valores universales, necesitamos la participación de todos y ser congruentes entre lo que ofrecemos y hacemos. Debemos encauzar el sentido de las nuevas generaciones a su educación.
Recordemos que el México de las libertades, el país plural donde hoy vivimos, es fruto del esfuerzo, del sacrificio; pero también del estudio y la reflexión de mexicanas y mexicanos ilustres, quienes hicieron posible transitar a un país democrático, sólido y pleno de oportunidades.
Es el momento de dejar atrás actitudes, lo subrayo, que no nos permiten avanzar y que en ocasiones parecen irreconciliables, dejando atrás lo importante. Comprometámonos como educadores y ciudadanos a trabajar en una educación cívica que contribuya a fortalecer nuestra democracia.
No es tarea sencilla; sin embargo, es imperativo velar por una educación basada en el respeto y que en ella, ante los retos que representa, logremos que ésta sea el motor de desarrollo de México.