Alguien, cuyo nombre lo dejo en reserva por ética profesional, comentaba en los inicios del sexenio de Enrique Peña Nieto que para llegar a la Presidencia de la República tuvo que aceptar las condiciones políticas y económicas que le impusieron desde antes de ser candidato el bloque de jefes de Estado que controlan toda la economía internacional, razón por la cual y con el firme deseo de dar cumplimiento a su palabra, tan pronto llegó al poder dio entrada a un gran número de reformas que ayudarían a convertir a México en socio del citado bloque de países del primer mundo, pero lográndolo con base en el sacrificio del pueblo y del sector comercial que son los que están pagando las consecuencias del ingreso de nuestro País a un sector del que todavía estamos muy lejos de alcanzar y, que supongo, debió llevársela tranquila, pues como decían los viejos de antes, «vale más paso que dure y no trote que canse».
Ahora pues, si bien es cierto que las reformas del gobierno traerán beneficio para nuestro País, también hay que aceptar que nuestra Constitución Política está tan bien diseñada para que México alcance la plenitud de su desarrollo, desafortunadamente la gente que nos gobierna no la ven así y por lo tanto pienso que más bien las reformas de la cuales hablo están más bien encaminadas a favorecer a los grupos políticos y económicos, pero nunca a la población civil de la que formamos parte, de aquí el porqué los que pagamos el plato roto somos finalmente el pueblo.
Lo anterior lo hemos hecho del conocimiento de quienes leen estos comentarios y aunque algunas personas o partidos políticos no lo ven así, lo cierto es que sin tantas reformas legislativas como hoy nos atiborra el Gobierno de la República, México ha crecido, al grado que hoy contamos desde hace 50 años con escuelas en todos los municipios, tenemos hospitales, universidades, centros de salud, carreteras, electrificación, agua potable, fuentes de trabajo dentro de lo que cabe, centros recreativos, leyes y autoridades que de una forma u otra han favorecido para que nuestro País esté considerado como uno de los pueblos más desarrollados y civilizados en el mundo moderno donde vivimos.
Lo que me recuerda la plática que en cierta ocasión sostuvimos con una trabajadora de nuestro pueblo que argumentaba que México seguía siendo un país pobre, con bastantes carencias y olvidado de los gobiernos en sus tres niveles, razón por la cual le dije que algo tenían de verdad sus palabras, pero a la vez la invité para que viera a su alrededor y observara los beneficios que la Revolución había traído y prueba de ello es que hoy contamos con servicios sociales que antes no teníamos, presas, carreteras y caminos, el campo, aunque algo olvidado seguía produciendo y si esto aún no la convencía, la invité para que buscara la Presidencia Municipal a fin de atraer los beneficios que supuestamente faltaban.
Nuestro interlocutor soltó una carcajada y respondió que no había nacido para eso, motivo por el cual le respondí que entonces para qué diablos había venido al mundo. A criticar sin beneficio alguno, a ser un don nadie o vivir de los esfuerzo ajeno, muchos de los cuales y aunque te caigan “gordo” pero estás disfrutando de ellos.
El amigo aquel ya no dijo nada y discretamente se retiró, pero supongo que se fue con el puñal bien ensartado, porque desde ese día ya no volvió a dirigirme la palabra.
Digo lo anterior, porque dentro de las actividades que desarrollan nuestras autoridades municipales y los legisladores que tenemos, sean del partido que sea, están haciendo su mejor esfuerzo y buscan dentro de lo que cabe acarrear beneficios a los pueblos que representan, que algunos salgan mal, pues ni modo, pero que saben «por dónde mastica la iguana» ni duda cabe, por eso les digo que no son pendejos, ya que los pendejos somos nosotros, pero eso como decía mi abuelo «eso ya no te lo quitan ni volviendo a nacer».
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE