El desinterés que exhiben los candidatos de la mentada ‘chiquillada’ para hacer campaña, admítase o no, mancha el actual proceso electoral, tanto como la gritería de quienes buscan el triunfo con actitudes beligerantes y perversas.
Estamos a poquito menos de dos meses de celebrarse los comicios; y hasta donde se observa no hay acuerdos político-partidistas que le den certidumbre al proceso 2015, quizás porque en la confusión se apuesta a descalificar la elección
Eso por un lado y, por otro, al actual proceso también lo deshonra el comportamiento de algunos consejeros ciudadanos del Instituto Nacional Electoral (INE), pues más de uno se ha querido pasar de listo atendiendo directrices de enjuiciar a priori el gasto de las campañas.
¿Pruebas? Las hay y de sobra, pero ese es otro cantar.
Mejor retomemos el tema que hoy no ocupa, el del pobre trabajo de los candidatos ‘flojos’, cuya actitud amenaza con provocar un desenlace harto cuestionable.
No por el resultado cualitativo, sino cuantitativo, pues a como se observan los escenarios, en Tamaulipas podría registrarse la votación más pobre de su historia.
Esto derivado de tres situaciones bien marcadas, que mucho hay que tomar en cuenta:
1) El cuestionable nivel de competencia que hasta ahora ofrecen las organizaciones que sólo se preocupan en mantener su registro oficial;
2) La apatía ciudadana para involucrarse en el proceso; y
3) Los sainetes que hasta hoy incluso han impulsado los candidatos pendencieros, que es sencillo ubicar en (todos y) cada uno de los ocho distritos electorales.
En fin, habría que esperar que un milagro ocurriera para que la tan vergonzante ‘chiquillada’ se convierta en una opción real y tangible para el electorado (de aquí a la jornada de junio próximo), pues de otra forma los priistas y panistas se verían abusivos por acudir, prácticamente solos, a una jornada comicial donde se supone participarán diez partidos; y cuyo financiamiento emana desde las entrañas mismas del poder.
Política y progreso
México es un país de asimetrías en cuanto a su desarrollo político, económico, social y cultural.
A lo largo y ancho del territorio coexisten la abundancia y la marginación; la riqueza y la pobreza.
En las regiones se observan auge y rezago, e incluso en las propias entidades ocurre este fenómeno.
Los estados del norte han sido superiores en prosperidad comparados con entidades del sur como Chiapas, Oaxaca o Guerrero; y acá la gente ha dejado constancia de su carácter emprendedor y ganas de sobresalir.
A dicha actitud contribuyen una serie de factores de índole estructural, pero también tiene que ver con aspectos culturales, educativos y, por supuesto, de actitud ante la vida y el progreso.
Es evidente que a las entidades fronterizas del norte les beneficia su vecindad con la Unión Americana –que por cierto mantiene la principal economía del orbe–, pues ello propicia que haya inversión de capital extranjero en diversas ramas de la producción –principalmente en la industria–, lo que permite la generación de innumerables fuentes de empleo y, en consecuencia, que la gente tenga un modo honorable de ganarse la vida.
Así los centros de comercio y prestación de servicios crecen en un ambiente de certidumbre; y el mercado interno se expande en beneficio de las familias que de esta forma encuentran alternativas de vida, que es el mejor parámetro para medir la salud colectiva de un conglomerado humano.
Resulta obvio que la relación con el exterior no es la vara mágica para que una economía crezca y se desarrolle, pues como base primordial de la fortaleza sociopolítica y socioeconómica, están los factores de producción local.
Contribución a la certidumbre
Los poseedores del capital doméstico y una fuerza laboral suficiente y capacitada, que permita alcanzar grados de productividad que marquen la distinción en la elaboración de la cantidad y calidad de los bienes y servicios, significan la clave de cualquier proyecto productivo.
No obstante los empresarios sólo disponen de sus recursos una vez que analizan las ventajas competitivas y se convencen de que existen condiciones favorables a sus intereses; antes de ello no arriesgan en lo mínimo.
En este sentido, la política es el instrumento por excelencia que es menester privilegiar a fin de sumar fortalezas y encauzarlas en beneficio de la colectividad.
Por desgracia pocos son los candidatos que entienden la dimensión de su encomienda, pues los más gustan emitir rollos huecos, mensajes propagandísticos y cazar pleitos estériles con adversarios reales e inventados, como elementos de distracción para encubrir los errores y la mediocridad que les distingue.
Y lo hemos visto en latitudes ajenas a la geografía tamaulipeca, por lo que surge la necesidad de un llamado para que los aspirantes a las curules en juego entiendan su obligación de dignificar la política.
Antidoping
El tema que se ha puesto de moda es la sospecha de las adicciones que pudieran tener los candidatos a diputados federales.
Ya ve usted que la primera en practicarse un examen antidoping fue Yahleel Abdala Carmona –la abanderada priista por el primer distrito con cabecera en Nuevo Laredo–, y ahora hasta sus pares de la oposición se han sometido a la prueba.
Pero con afanes protagónicos.
De eso no hay duda.
Sondeos internos
¿Qué sabe usted de los sondeos de opinión contratados para medir las preferencias ciudadanas en torno a los candidatos a diputados?
Casi nada, ¿verdad?
En descargo de tal ignorancia –producto de la confidencialidad con que se maneja la aplicación de los estudios–, debo advertir que:
Las encuestas para cada uno de los ocho distritos electorales se han estado levantando casi en secreto desde iniciada la campaña.
Y se estima que concluyan (en su primera fase) el día cinco del mes próximo –según me informan fuentes dignas de todo crédito–, a fin darle tiempo a cada partido para sustituir abanderados.
De ahí que no haya voluntad por parte de los contratantes para que conozcamos (oficialmente) la identidad de las empresas responsables en aplicar los sondeos de opinión, a menos que éstas (por imprudencia) quisieran correr el riesgo de que sus convenios sean rescindidos.
Sin embargo presumo que los muestreos podrían arrastrar fallas de origen, pues al mantenerse en sigilo niegan a los candidatos perdedores la oportunidad de modificar sus estrategias.
Sobre todo a los de la mentada ‘chiquillada’.
Y más cuando se ha manejado casi en secreto la contratación de los estudios.
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