BRASIL.- Sao Paulo.- Brasil invirtió miles de millones de dólares en la renovación y construcción de estadios para la Copa Mundial que se suponía iban a modernizar el fútbol. Un año después del torneo, sin embargo, el país sigue sin saber qué hacer con ellos.
Algunos de los 12 estadios del Mundial están recién siendo terminados. Otros ya han sido puestos a la venta.
El estadio Itaquerao de Sao Paulo no había sido terminado cuando se jugó allí el choque inaugural del Mundial, que Brasil le ganó 3-1 a Croacia. Recién ahora, diez meses después, se están completando las obras.
El mes pasado se instalaron parte de las estructuras de vidrio del techo y se terminaron otros detalles en este estadio de 450 millones de dólares. La asistencia a los partidos de Corinthians aumentó marcadamente, pero el club no puede usar el dinero extra porque todavía se están pagando las obras.
Un año después de que los organizadores entregaron el estadio a la FIFA para el Mundial, Corinthians no ha podido firmar un acuerdo publicitario y darle un nuevo nombre.
Otro estadio que está siendo terminado es el Arena da Baixada en Curitiba, donde el mes pasado se inauguró un techo retráctil.
Atlético Paranaense, el propietario del estadio, dice que es el primero en América Latina que tiene un techo móvil, pero admite que «los dividendos (económicos generados) no son lo esperado».
«Hay muchas formas de ganar dinero con estos estadios, pero hay que trabajar duro para conseguirlo, no es algo automático», sostuvo el especialista en márketing en el deporte Joao Henrique Areias. «Como están las cosas, no se puede esperar que Brasil saque provecho» de los estadios, agregó. «Y todos sabemos quién va a pagar por todo esto, el contribuyente».
Brasil invirtió unos 3.000 millones de dólares en estadios para el Mundial, diciendo que las nuevas instalaciones serían un legado para el país. La mayoría fueron dejados en manos de empresas privadas a las que les está costando generar ganancias a partir del fútbol. Algunas están organizando eventos para niños, funciones de empresas y servicios religiosos.
Los nuevos estadios son mejores y más modernos, pero también cuesta más mantenerlos, lo que hace que sus administradores les cobren más a los aficionados y a los mismos clubes.