De ninguna manera, de ninguna manera, se dejó escuchar el tono reiterativo de Rafa González Benavides. “De parte nuestra —dijo— no hay ningún interés en atacar a los ex gobernadores. Aquí no hay fuego amigo. Nada de hacernos garras entre nosotros mismos para que otros salgan ganando”.
“Lo que está ocurriendo, asegura Rafa, es que los del PAN se están sintiendo ya sin banderas, y están optando por reciclar sus ataques contra los ex mandatarios estatales. Están diciendo justamente lo mismo que el año pasado, pero eso no les va a resultar”.
Las declaraciones del jerarca priista se produjeron hacia el atardecer de ayer, bajo un cielo nublado y con barruntos de lluvia. La voz del Presidente estatal del tricolor sonaba apurada, justo a la mitad de una zona cero, donde aún no concluye formalmente el 2015, pero tampoco se da el banderazo de salida para el 2016.
Se trata de días bastante complejos, que de aquí a septiembre, podrían estar saturados de rumores y golpes bajos. Es así como empieza a dar color un apasionado fenómeno de la política tamaulipeca, que cada seis años, deja saldos de profundos divisionismos y desencuentros.
En la entidad, físicamente, existen cuatro ex gobernadores priistas. El más antiguo de ellos es don Enrique Cárdenas González, cuyo sexenio cobró fama por la famosa revolución verde, traducida en el incremento de las superficies cultivables. Y la producción de granos. Hizo la unidad cívica gubernamental.
El segundo en el tiempo es Manuel Cavazos Lerma, distinguido como gobernador carretero y baluarte de apoyo al campo. El tercero, Tomás Yarrington Ruvalcaba. Aquí en Victoria hizo el Tamux y en Tampico el Metropolitano, entre otras obras. Le dio entrada a toda la clase política. Decía, en tono de broma, que más vale que se orinen adentro de los sexenios, que desde afuera.
En el caso de Eugenio Hernández, creó mucha infraestructura urbana. En la capital del estado, prácticamente nació una nueva polis burocrática, administrativa y cultural, con el surgimiento del complejo donde se asienta la torre nueva, el Poliforum, el recinto ferial, las oficinas del Registro Civil, Fiscal y Catastral, así como la nueva sede del Congreso local. La infraestructura deportiva creció también significativamente. Otro punto es que Geño no golpeó a sus antecesores. En suma los tres sexenios han dejado beneficios. Pero también hay saldos en contra.
Esos 18 años de poder priista, han tenido un costo político muy alto. Especialmente en el sexenio de Felipe Calderón se buscó judicializar sin éxito desde la Procuraduría General de la República a los círculos cupulares del priismo tamaulipeco. Recuérdese como a través de Marisela Morales, se buscó fincar responsabilidades, a varios ex gobernadores, acusándolos de coludirse con el narcotráfico. Pero al final…nada.
Calderón, desde el supremo trono de la Presidencia de la República, tuvo la sartén por el mango para enjuiciar dos décadas de poder político en Tamaulipas. Y sin embargo, no lo hizo… ¿Por qué?, simplemente porque, él, el hombre mejor informado del sistema, no contó con los elementos legales para convertir en hechos su guerra de lodo y de desprestigio.
Hoy, lo que no logró Calderón, quieren lograrlo los grupos panistas en la entidad. Sus banderas son demasiado viejas y recicladas. Pero sólo eso les queda. Solamente a eso le apuestan, ante una sociedad tamaulipeca que fuera de las urnas manifiesta un hartazgo, pero hasta ahora, no han plasmado electoralmente ese divorcio con el PRI y con sus gobernantes. El voto de castigo sigue ausente en la democracia de Tamaulipas. Y el que calla, desde luego, otorga.
Para desarmar este rencor social, el PRI tendrá que enviar en el 2016, un candidato fuerte a la gubernatura, y a los mejores “gallos” por las alcaldías de las principales diez ciudades de Tamaulipas.
Mientras tanto, el PAN sigue en su papel de cuchillito de palo. A todo ello, agréguele el golpeteo interno que seguramente se va a dar o se está dando ya entre los mismos aspirantes internos del PRI a la gubernatura.
EXPLICA DIÓDORO EL TEMA DE LA EVALUACIÓN
El secretario de Educación, Diódoro Guerra Rodríguez, acaba de declarar que las expresiones de inconformidad magisterial, se deben a que hay cierta confusión en el articulado de la ley. En primer lugar aclaró que los miles de maestros que ya estaban antes de la reforma educativa, a esos nadie los va a molestar porque los ampara el artículo VIII transitorio. Por otra parte, en lo que se refiere a los que ingresaron después de la reforma, a esos se les va a evaluar tres veces, y al final si no dan resultado, se les va a asignar una nueva actividad.
Dijo el Secretario que las primeras en evaluar, serán las grandes ciudades. Y otra cosa más: indicó que aquellos maestros que resulten suficientes en el examen, no volverán a ser requeridos hasta dentro de cuatro años.




