¿Debe importar al PRI tamaulipeco que Ricardo Anaya haya sido electo dirigente nacional del PAN?
Depende de la interpretación que se le dé a ese triunfo.
En lo personal, me parece que el nombre del líder formal de las huestes azules es lo que menos importa para el priísmo estatal. Pudo haber sido el otro contendiente, Javier Corral, o tal vez Juan Pérez, José Martínez o Perico de los Palotes.
Eso, con todo respeto para el ganador panista, es lo que menos debería importar a directivos y militantes del Revolucionario Institucional en nuestra Entidad.
¿Entonces qué debería llamar su atención?
En la opinión de su servidor, lo que debería perturbar el sueño de la primera fuerza política estatal es la forma en que triunfó Anaya. En el plano nacional lo hizo con alrededor del 80 por ciento de los votos y en Tamaulipas fue aún más demoledora la victoria, con un 90 por ciento de las simpatías.
Las cifras caseras son abrumadoras: 5 mil 22 sufragios para Anaya y apenas 541 para Corral, con una participación de casi el 60 por ciento de su militancia.
La lectura de esos números arroja una evidencia incuestionable en el Estado. Las versiones, señalamientos, percepciones, rumores y hasta simples cotilleos sobre la división, fracturas, distanciamientos internos y pugnas que en teoría aquejan a Acción Nacional en suelo tamaulipeco, parecen chocar con una realidad distinta. Una realidad inquietante para sus rivales políticos.
Lo anterior significa que el panismo tamaulipeco no está resquebrajado. Ayer domingo mostró un músculo que pocos esperábamos: el de la unidad. Y en la antesala del proceso electoral del 2016, alejó la visión de antagónicos clanes y grupos que pronosticaban una pobre asistencia a las urnas partidistas.
Cuidado. El severo retroceso sufrido por Acción Nacional el pasado 7 de junio no parece haber calado en el ánimo de sus seguidores. Tomar ese desplome azul como referencia para vaticinar resultados alegres el año entrante sería un grave error para sus contrincantes.
Sin embargo, algo debe animar a los priístas. Sus dirigentes formales e informales ya demostraron que no están mancos. Con un escenario adverso probaron, con el “8 perfecto”, que el tricolor conserva intactas su disciplina, unidad y estructura. Lo que falta por probar es sólo una cosa: Que no se confían en glorias pasadas.
En otras palabras, que deben asumir en plural un viejo refrán:
Piensen mal y acertarán…
SANTOS Y ÁNGELES
Cuando a alguien todo le salía mal, los abuelos solían explicarlo con una simpática frase:
“Trae los santos de espalda…”
Hoy, parece que no sólo los santos sino también las vírgenes, los ángeles y hasta sus representantes terrenales, traen atravesado a un personaje, famoso primero por su éxito y ahora satanizado por sus tropiezos.
Me refiero a Jaime Rodríguez, conocido popularmente como “El Bronco”.
Ayer lo confirmé. El Obispo de Ciudad Victoria, Antonio Martínez Sánchez, se le fue a la yugular al gobernador electo de Nuevo León y lo dejó en calidad de trapo de cocina. Le faltó un puntito para dejarlo como un embaucador.
Dudo mucho que al “Bronco” le quite el sueño lo que opina el prelado victorense, pero lo que sí debería inquietarle es que esa opinión no es en realidad la voz de una autoridad católica, sino el eco de una postura general de esa Iglesia.
Cuidado don Jaime. Se puede ser muy bronco, pero no tan pend…enciero.
Twitter: @LABERINTOS_HOY




