Estados Unidos.- Quizá lo que Donald Trump está buscando es convertir la frontera entre México y Estados Unidos en una zona altamente militarizada. Luego de proponer la construcción de un muro fronterizo por el que México pagaría, y de referirse a la migración a través del Río Bravo como una amenaza para Estados Unidos, el precandidato republicano recibió críticas hasta de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Ahora llega el turno de las recomendaciones. A través de un artículo publicado en The New York Times, Stephen R. Kelly, un ex diplomático estadounidense, jefe de la misión de su país en México entre 2004 y 2006, propone a
Trump imitar el ejemplo fronterizo implantado entre Corea del Sur y Corea del Norte.
Construida en 1953 para separar a los combatientes de la Guerra de Corea, la frontera entre ambos países, conocida como la Zona Desmilitarizada (DMZ), ni siquiera es, de hecho, una frontera, sino una línea de armisticio –ya que la Guerra oficialmente no ha acabado– y tampoco está desmilitarizada.
Llena de alambres de púas, altas vallas, potentes luces, cámaras, dos millones de minas terrestres y cientos de miles de soldados de cada bando, la Zona Desmilitarizada también acoge a cerca de 28 mil efectivos estadounidenses, listos para una hipotética invasión norcoreana.
Los visitantes a la Zona deben firmar una responsiva donde absuelven a los Gobiernos surcoreano y estadounidense en caso de morir por aquellos actos hostiles del enemigo.
Es, dice Kelly, el estándar en oro de las fronteras impenetrables. Y, enseguida, alienta a Trump a la empresa. ”La buena noticia para el señor Trump es que ya tenemos un punto de partida para construir nuestra propia Zona Desmilitarizada en los 3 mil 145 kilómetros de frontera con México”.
De acuerdo con el ahora catedrático de la Universidad de Duke, desde el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ha construido casi mil 120 kilómetros de un muro fronterizo que cuesta cerca de 3 millones de dólares por cada kilómetro y medio erigido.
Con información de terra