7 diciembre, 2025

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Una entrevista del pasado «revive» a la escritora victorense

La partida final de la escritora victorense deja un gran vacío; para recordarla, Expreso reproduce este diálogo, en el cual muestra parte de su vida y su gran “vicio”: escribir…

¿QUÉ INVENTÓ ALTAIR ANTE DIOS?
Una vez me dijo:

“El día que tú te vayas vas a dar cuentas y Dios te va a decir: ¿Qué hiciste con lo que te di?…yo le diré hice cuentos para niños… Ya veré el día que me toque que invento, no sé explicarlo pero es una cosa que te hace feliz”.

Quién sabe que inventó la maestra AltairTejeda, ante Dios, pero se marchó.

Ahora la extraña la familia, los amigos y con seguridad sus gatos también la extrañan…

(Entrevista escrita y publicada con base en el audio registrado el 5 de mayo de 2010)

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- “Yo nací aquí en el 15 y 16 Zaragoza, tuve una hermanita que desgraciadamente murió muy bebita yo tenía tres años y ella un año y medio. Hice la primaria en la “Leona Vicario” cuando estaba frente al Palacio, la normal la hice también aquí tenía 12 años cuando ingrese a la Normal y a los 14 años cuando estaba en quinto año me salí para irme a México, a la Nacional de Maestros, me fui con mucho disgusto de mi parte, pero me mandaron, luego regresé un año y estuve trabajando en la escuela Enrique C. Rébsamen, cuando la escuela estaba en la calle Guerrero”, decía en vida la maestra Altair.

“A mí siempre me ha gustado Victoria, mi papá me llevaba a pasear en coche a Tamatán, más grande me iba con unos primos a la Alameda y nos gustaba meter los pies a la acequia  para refrescarnos , el calor era el mismo de ahora, Victoria siempre es igual con sus vientos huastecos,  los nortes y la brisa, por el traspatio de mi casa dos veces a la semana pasaba agua  por la acequia del traspatio, pero eso fue antes de naciera yo… Victoria nunca dejará de ser hermosa, me gusta porque es Victoria”.

Salió de Ciudad Victoria por 35 años, mientras tanto Monterrey, Coahuila y la Ciudad de México le recibieron con los brazos abiertos.

“Cuando mis hijos tenían ya 18 años yo ingresé a la Escuela Normal Superior anexada a la Universidad de Coahuila, más tarde algunas compañeras que yo tenía en la escuela me invitaron a sus colegios y estuve yo tres años en colegios hasta que se formó la Normal Superior del estado de Nuevo León y entré ahí a trabajar como catedrática por 15 años”.

Fue la llegada del doctor Emilio Martínez Manautou al gobierno de Tamaulipas  lo que trajo a la maestra Altair de nueva cuenta a su casa.

Saltillo, Coahuila, una ciudad que le había conquistado por la inclinación de sus habitantes hacia el arte fue el paraíso para una mujer que desde los nueve años de edad escribía para una revista nacional.

“Escribía desde que era niña en una revista que se publicaba en México, muchos ejemplares se le perdieron a mi papá, tengo sólo uno, cuando  el 200 aniversario de Victoria yo estaba en Saltillo y mi padre me envió una convocatoria, yo estaba lejos y sentí nostalgia y me puse a escribir y aquí nadie se imaginaba que yo hubiera escrito eso. El profesor Arreola obtuvo el primer premio y yo el segundo. Allá en Saltillo son muy artistas y yo  comencé a formar parte de la Asociación de Escritores y Periodistas”.

Luego como ella dice: “Se hizo vicio escribir”.

“Yo nunca he escrito para nadie, yo he escrito porque me nace y punto, pero siempre he dicho y lo sigo diciendo, desde que lo saqué al aire en el programa “Presencias” del TEC de Monterrey… a mí me tocó participar con Jaqueline Andere  y era como un programa de opinión con actores y escritores a los escritores nos daban una hoja para que escribiéramos lo que quisiéramos y yo dije aquel día que cuando yo nací algo se vino en mi equipaje que yo no lo había puesto”.

En televisión el trabajo no fue mucho pero comenzó gracias a la llegada de Fidel Castro a la Habana, cuando  le dio un límite de tres días a los productores de  la televisora para que abandonaran la isla de lo contrario embargaba la televisora.

“Ellos llegaron a Monterrey y no encontraban quién les escribiera un programa que se llamaba “Rutas del Destino”, un programa que ellos tenían allá así que por un año escribíamos una señora y yo, después ellos se fueron para Estados Unidos y ya no volví a saber de ellos. Las historias las inventábamos nosotros, pero a mí me gustaba mucho. La cervecería Cuauhtémoc era la patrocinadora,  la televisión es muy  fácil, a mí me dio tristeza que se acabara, lo sentí, me hubiera gustado seguir”.

Ahora que ya no está entre los vivos y que descansa de aquel dolor de años acumulados en los huesos, en las piernas, en las manos… con seguridad agradecería los homenajes, pero a alguien le confesaría…
“Esas son cosas de la gente… no puede uno envanecerse de eso, no está permitido, mi reconocimiento mayor son mis tres hijos”.

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