21 diciembre, 2025

21 diciembre, 2025

Lloran y rezan a sus difuntos

Familias victorenses llenan los panteones para participar de esta celebración; fue día de emotividad, vendimia y mucha oración

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- El encuentro con los difuntos los días 1 y 2 de noviembre es una tradición que año con año practican los victorenses con su particular forma de recordar a sus familiares que ya se marcharon de este mundo.

De acuerdo a la costumbre, las familias se congregan en torno a la última morada del que ya se fue, recuerdan sus anécdotas, hacen la limpieza del lugar y le colocan flores.

Mientras que en el centro y sur del país es común que los deudos coman en la tumba los alimentos preferidos del difuntos en la creencia de que se hace presente desde el más allá para degustar todos juntos, acá en el norte suena el acordeón o el trío de guitarras en ofrenda musical para el ser querido.

Algunos se arrepienten de no visitar más seguido a sus muertos y se comprometen a regresar con más frecuencia al panteón para llevarle flores, promesa que al andar de los días se olvida, y, es hasta el año siguiente cuando repiten la misma promesa.

“Yo quisiera venir más seguido, pero el trabajo, los compromisos que uno tiene en la vida lo alejan de sus muertos”, se disculpa Jesús Bernal, quien junto a su esposa y sus hijos, acaban de rezarle un Rosario a su papá, Don Manuel Bernal, quien lleva 12 años de haber fallecido.

En el panteón de La Libertad, Martín García ha pasado toda la mañana con su papá Don José Martínez Hernández, quien comparte el espacio con su madre, Doña Casimira Hernández.

“Están juntos mi papá y mi abuelita; por tradición venimos a visitarlos”, dice.

Lo que no le gusta a su esposa, María de Jesús es el descuido del panteón que luce maleza de medio metro de altura.

Lo que tampoco le agrada es que el pasillo central del cementerio se ha convertido en una calle por la que cruza la gente a diario aprovechando que no hay barda.

“Esa es una falta de respeto muy grande porque se dice que los que están aquí ya descansan en paz, pero cómo van a descansar con el paso de tanta gente”, cuestiona.

Felipa Salazar Carbajal nació en el ejido Matías García, municipio de Jaumave, hace 86 años y lleva 30 de visita continúa cada 2 de noviembre ante la tumba de su esposo.

Su hijo Juan De la Rosa Salazar, le acompaña desde que era pequeño para dejarle flores a su papá y cantarle las canciones que más le gustaban.

“La gente aunque ya haya muerto, sigue viva porque uno los recuerda con mucho amor y cariño; yo sigo visitando a mi esposo hasta que Dios quiera”, dice doña Felipa.

Doña Hermila Lagunes Escoto nació hace 80 años en el barrio de la antigua Veracruz de donde se fue a vivir con su esposo a México y de ahí a esta capital, donde su hijo mayor, Víctor Manuel Martínez Lagunes, murió de un infarto hace 32 años, recién había cumplido los 24 años de edad.

“Cada 2 de noviembre venimos a visitarlo, murió muy joven mi hijo, en plena flor de la vida”, exclama.

Dice que en su natal Veracruz se venera a los muertos de manera muy diferente, las familias llegan con cazuelas repletas de comida para compartir con el difunto y se canta y se baila mucho.

“Ya me hice a estas costumbres, aquí nada más limpiamos la lápida, se le repintan sus letras y colocamos flores, todo muy diferente a mi tierra”, añora.

Afuera de los cementerios la vendimia de flores, antojitos y refrescos se hizo presente para aprovechar la afluencia de visitantes y hacerse de unos pesos.

Hay quienes vienen de municipios cercanos como Graciela Huerta López, que llegó de San Carlos a vender arreglos florales y coronas.

Aprendió el oficio en un curso del DIF y sus mejores ventas las realiza precisamente el Día de Muertos.

“Ya llevo vendidas unas 140 coronas y todos los manojos de cempasúchil, polar y mano de león ya se me acabaron; si ha estado buena la venta”, dijo.

Entre historias de la vida de difuntos, ofrendas, reencuentros, vistosos sepulcros, aroma a flor de cempasúchil, y una ancestral tradición que perdura, las familias victorenses volvieron a celebrar el Día de Muertos para que sus fallecidos sigan viviendo en sus recuerdos.

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