29 diciembre, 2025

29 diciembre, 2025

Crónica urbana

Una del general Peralta y otra del mayor González:

Crónica urbana

1-«Los que chingan y los que no se dejan chingar».

El  General Peralta, comandante de la zona militar en Ciudad Victoria, en los años sesentas; viejo zorro, enamorado y cautivador de amistades, decía con desenfado; «En este país, todos los días se levantan dos ejércitos; Los que quieren chingar y los que no se dejan que los chinguen». Usted, señalando al Ing. Lupito Puga, le dijo; “Usted es de los que se levantan a chingar».

De rostro bonachon pero impositivo el viejo general de voz gangosa le sugería a Puga, que le construyera su casa rumbo al antiguo camino a Tula. Con ironías y la experiencia de mando, el militar le mostraba el terreno para edificar una de sus casas en el umbral del paisaje en el camino a la Sierra Madre.

El General, en su bonhomía escondía a un hombre recio, curado de espanto, muy enamorado y atento al servicio castrense con honor.

2- El cuartel la barraca, abandonado en sus mieles de sillar se ubicaba en lo que hoy es el Museo de Historia Regional, que en su abandono, semejaba un pedazo de historia abandonado en las estacas secas de los árboles y la noria, de entorno de piedra que dotaba de agua al batallón.

El Mayor González era nuestro instructor de conscriptos, y marchamos a la vuelta y vuelta en el campo de dos hectáreas donde hoy se encuentra la planta de petróleos y el CBTIS 24.

Era un hombre simpático, sin nalgas, alto, a paso marcial. Luego a trote, marcando el paso con nuestras voces al unísono, el Mayor, nos empujaba hacer ejercicios hasta quemar sudor en espalda y barriga, sin aflojar.

A la voz de alto a nuestro pelotón preguntó; ¿Quién de ustedes sabe dibujar? Me quedé callado, pero un compañero me denuncia “Él sabe, Mayor, él sabe”. Me ordenó dibujar el escudo del batallón en los altos del cuartel. Yo con miedo le dije, Mayor necesito un par de soldados. Así dibuje en tierra el escudo y mande a los dos soldados a calcar en lo alto del remate-.

Durante todo el año no asistí a la marcha y nos íbamos como atletas privilegiados a correr al estadio Marte R. Gómez. Fue una gracia del Mayor González, militar que recordamos con afecto mis contemporáneos.

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