El ceño se frunce, los hombros se encogen, la espalda se hace roca y los nervios trenzas; las horas de la víspera a la decisión de quién será el candidato del PRI a la gubernatura, así se resumen para todos aquellos que esperan que su gallo sea el que provoque el humo blanco que desde Los Pinos anunciará que en Tamaulipas, ya hay abanderado en la búsqueda de suceder a Egidio Torre en el puesto.
En la política, más en la tamaulipeca, el deporte es por excelencia, cada dos, tres o seis años, dependiendo del tipo de elección que sea, local o federal, el deporte aparece en la primera de las prioridades de los aspirantes a servidores públicos, siempre buscan qué torneo inaugurar, qué campo de fútbol visitar, con qué ciclistas pedalear y hasta a la zumba para ir a bailar, todos quieren al deporte. Están conscientes que ahí hay muchos, muchísimos votos.
Y es que el deportista tiene una particularidad, regularmente siempre necesita todo: un lugar donde practicar su disciplina deportiva, los aditamentos para desarrollarla y mejorar las condiciones para ello, además que los de alto rendimiento, siempre anhelan estar mejor atendidos en cuanto a alimentación, becas, transporte, etcétera.
Entonces es una mina muy fácil de explotar y después, si se logra el triunfo, con tantita atención, los deportistas saben ser muy fieles.
En las últimas fechas, he tenido la oportunidad de platicar con al menos cuatro de los prospectos a ser los elegidos por el tricolor en la candidatura estelar, la de gobernador; coinciden todos ellos que sin lugar a dudas el deporte es una de las asignaturas pendientes en nuestro estado, quieren que los próximos seis años la situación mejore y volver a poner a Tamaulipas en la élite no sólo en cuanto a medallas, sino a la práctica del deporte social y hasta el deporte profesional a través de los equipos Correcaminos, Tampico-Madero y el béisbol con los Broncos.
Y cuando hablo del primer plano es máxima categoría en el fútbol de Liga MX y Liga Mexicana de Béisbol.
Hasta aquí todo bien, en cuanto al plan, al anhelo de llegar y cumplir, a las ganas de trabajar por convencer, proponer y trabajar en equipo.
Es justamente en este último punto donde el PRI se enfrenta a un grave problema.
Y no me refiero a que en las últimas encuestas de Consulta Mitofsky, el tricolor sale perdedor en los pronósticos con cualquiera de sus candidatos frente al abanderado del PAN, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, ese es otro cantar, el enemigo del PRI vive en casa.
Desde la Secretaría del Deporte a nivel estado, el PRI le brindó la confianza a un total desconocido, el maderense Julio Ramírez Olvera, quien tras dos años en el cargo, ha hecho muy bien su tarea, si es que se trata de dividir y fragmentar lo que era un brazo fuerte de este instituto político.
Julio cree, erróneamente, que llegó a dicho cargo por méritos propios, hasta el mismo se sorprende de la designación que tiene, tanta es su sorpresa que no le ha caído el veinte y chamba hay muy poca.
En noviembre del 2014, abanderado en un programa estatal de instructores deportivos que opera el Instituto Tamaulipeco del Deporte, llegó colgándose de dicho programa oficial y a través de esa agenda, armó lo que él dice y asegura es su “estructura”.
En el sur del estado presume tener un brazo fuerte de más de cuatro mil líderes deportivos, sólo porque se la pasó llenando hojas de registro con nombres y números telefónicos, credencial de elector por delante, a través de personas a las que ordenó, escudándose en su membrete, haciéndolas saber que estaban obligadas debido a que el PRI es el partido en el poder y como ellos utilizan un espacio construido por el gobierno, era su deber participar con el tricolor.
Esta actitud provocó la molestia de auténticos líderes deportivos en su tierra natal, que es donde menos adeptos tiene, si es que llegase a tener alguno.
A tal grado que hoy personajes como Benito Infante, Jorge Pancardo, Jaime Díaz, ya ni la palabra le dirigen, por su falta de educación y de tacto para tratar con los deportistas.
En la frontera los que lo conocen, no tienen mejor opinión sobre él, prácticamente se quedó solo.
Ramírez rompió desde hace mucho, relación con los titulares del deporte de los Comités Municipales que el PRI tiene en todo el estado, al punto que uno, tal vez el más fuerte, el caso de Ricardo Pontvianne de Tampico, optó hasta por cambiarse de partido, hoy es aspirante a la alcaldía de aquel municipio por el partido Encuentro Social, ¿cuántos votos le resta esto al PRI?.
En Victoria a buen árbol se arrimó: hizo equipo con el incompetente miembro de la jefatura del deporte municipal, Alejandro Soto Díaz Bonilla, ese que por compromiso desconocido sigue cobrando en el ayuntamiento local y en plena hora laboral se dedica a hacer grilla, lo cuál viola hasta el código electoral.
Con esta fichita al frente del deporte en el PRI y con el panorama que el tricolor tiene de cara a las muy reñidas elecciones del próximo mes de junio, correr el riesgo de perder más votos en un área que podría significar tantos puntos a favor, no me queda duda que hoy Rafael González Benavides debe estar deshojando la margarita al darse cuenta que es momento de corregir el camino, de no ser él quien tome la decisión, el candidato a gobernador de un plumazo cortará con el problema que representa el incapaz maderense que se va a ir como llegó, siendo un total desconocido, sin mérito alguno y peor aún, haciéndole un gran daño a quienes hoy ven la sucesión en riesgo.
@luisdariovera